A medida que van pasando los años, vas adquiriendo experiencia, resuelves temas, otros se te resisten y vas sacando tus conclusiones: de esta manera cada día vas alimentando tu propio sistema de creencias en base a lo que te está pasando. Este proceso lo delatan todas esas frases hechas que te vienen a la mente de forma automática y que pronuncias una y otra vez: “a mí siempre me pasa igual”, “ya lo sabía”, “nunca me sale bien”… a lo mejor te suena alguna…
¡Pues aquí hay trampa! Que una situación haya pasado una vez no quiere decir que volverá a ocurrir. Que una situación haya pasado 30 veces, no quiere decir que a la 31, volverá a pasar lo mismo. El peligro de la experiencia es que te encierre en un mundo predeterminado sin dejar lugar a situaciones nuevas, sin permitir que tu vida sea distinta de lo que ha sido hasta ahora. Me gusta entender la experiencia como un aprendizaje que reflejó tu manera de ser y de actuar en un momento dado. Si el resultado que obtuviste no te gustó, es una oportunidad para que tú mismo hagas las cosas de otra manera y que busques otros recursos desde la curiosidad y la confianza para así obtener otro resultado.
Ahora es cuando mi amigo Luis salta: “Denis, vives en un mundo muy bonito pero hay cosas que no dependen de ti y que no puedes controlar en la vida. Yo siempre atraigo gente que me incomoda y me molesta. Si hay un capullo en el tren, puedes estar seguro de que se va sentar a mi lado y de que me va a molestar a mí, sea con ruido, pisándome o lo que sea. ¿Y yo qué tengo que ver con eso? No le he hecho nada a esa persona y me molesta… soy una víctima y punto”. ¡Ésta es otra trampa! Es fácil echar la culpa de todos tus males a los demás, a tu familia, a la sociedad… y creer que eres la víctima de acontecimientos externos. La realidad es otra: todo lo que te pasa tiene que ver contigo. En el caso de Luis, por la razón que sea piensa que atrae a gente desagradable y eso es lo que se va encontrando a lo largo del día: es lo que crea. Hasta que no tome consciencia de ello y se haga responsable de lo que le pasa, seguirá inmerso en ese bucle negativo. Además la trampa es doble porque se retroalimenta: cree que atrae un tipo de personas, le pasa en su vida y eso refuerza su creencia, lo que hace que lo atrae cada vez más… Es un círculo vicioso, todo encaja y se escuchan frases como “¿Por qué siempre me pasa a mí?”. Eso sí, no hay mal que por bien no venga y ese círculo también funciona para las creencias potenciadoras, lo cual es maravilloso. No lo dudes, ¡quédate con las creencias constructivas!
Quiero destacar aquí una creencia absolutamente nefasta que consiste en pensar “yo soy así y no puedo cambiar”. Trampa letal, error fatal. Este pensamiento te mantiene en un estado de impotencia completa, te incapacita totalmente para conseguir cambios en tu vida. Es como si tú mismo te ataras de manos y pies con cadena y candado y tiraras la llave en el pozo. Lo único seguro en nuestra vida humana es que todo cambia. Es una parte central de las enseñanzas budistas: anicca (pronunciar anicha), la ‘impermanencia’. Incluso hacen la broma de que lo único que no cambia es… ¡la impermanencia!
Nuestra experiencia de vida es una consecuencia directa y exacta de nuestras creencias, lo cual nos brinda El poder de elegir* la vida que queramos vivir transformando nuestros pensamientos. Como dijo Henry Ford, “tanto si crees que puedes hacerlo como si no, en los dos casos, tienes razón”. Ten en cuenta que cualquier creencia positiva ocupa lo mismo en tu mente que otra negativa. ¿Por qué no te quedas con éstas? “Yo soy flexible y me adapto fácilmente”, “a mí siempre me sale bien”, “me encanta probar cosas nuevas y dejarme sorprender”. Recupera el poder de tu vida, integra esas nuevas creencias en tu subconsciente gracias a PSYCH-K® y ¡deja que la magia opere!
*Primer libro de Annie Marquier