En un artículo anterior “¿Conoces la relación entre neuroplasticidad y TDAH?”, comentaba como, según el neuropsiquiatra Russell Barkley , las personas con TDAH tienen un retraso del 30% en la maduración de sus funciones ejecutivas (las encargadas de la gestión de las actividades diarias como organizar, planificar, calcular la duración de cada actividad a realizar, la gestión de las emociones, la flexibilidad para cambiar de una actividad a otra, entre otras). Este retraso se da de manera muy evidente en la infancia y en la adolescencia. Si no hay un diagnóstico y un acompañamiento, la persona crece sin ser consciente de su condición, ni atender sus síntomas. A esta dificultad dada habrá que añadirle años de dolor y frustración de no entender ni poder cambiar un comportamiento que entiende como parte de su personalidad.
El retraso del 30% en el desarrollo del funcionamiento ejecutivo como la autoconciencia, la memoria de trabajo, la regulación emocional, la resolución de problemas y la impulsividad es muy probable que lleve a las personas con TDAH a llevar vidas complejas. Las estadísticas en estos casos hablan de altas tasas de adicciones varias, embarazos adolescentes, divorcios, accidentes de tráfico, problemas con la justicia, abandono escolar, dificultad para mantener un empleo, y en algunos casos incluso de suicidio.
En una charla reciente la coach Casey Dixon | LinkedIn planteaba como este retraso viene dado porque neurotransmisores como la dopamina, la norepinefrina y la serotonina, entre otros, tardan más tiempo en llegar al neocórtex y dar la orden de ejecutar una acción pendiente. Es decir, es una condición neurobiológica y no una decisión consciente de la persona. Es una dificultad innata. La buena noticia es que si bien el TDHA es una condición crónica si pueden desarrollarse nuevos hábitos para mejorar en aquellas áreas que nos impide desarrollar todo nuestro potencial.
Cuando las personas con TDAH finalmente comprenden como la condición les afecta y se ponen manos a la obra, sea a través del coaching específico de TDAH o de funciones ejecutivas o de la terapia cognitiva-conductual, o cualquier otro método, el salto es exponencial.
También suele ser un proceso transformador en el que cae la máscara de lo que ya no somos y de lo que ya no queremos ser y empezamos a jugar a la carta de la autenticidad. Muchas personas tras este proceso de descubrimiento y trabajo reconectan con sus verdaderas pasiones, identifican sus fortalezas y se dan a la tarea de cumplir sus sueños.
No importa cuán mayores seamos porque las personas con TDAH somos apasionadas y vivimos la vida con intensidad y somos capaces de hacer en una semana lo que otros hacen en un año. Por lo que una vez que logramos dar con nuestro Elemento, usando palabras de Ken Robinson – Wikipedia, la enciclopedia libre, nos entregamos en cuerpo y alma y ponemos allí toda nuestra atención, foco y energía. La misma que siempre estuvo dispersa, desconcentrada e inatenta.