Hola, mi nombre es Alicia Manzano,
y hoy quiero hablaros en este articulo de algo que me aterra y que me preocupa mucho, y es la desconexión humana a la que estamos llegando a causa del mal uso que estamos haciendo de las Redes Sociales.
En mi consulta como Terapeuta y Coach Emocional y experta en Comunicación No violenta, veo cada día cómo las redes sociales están moldeando de manera alarmante nuestra forma de relacionarnos con los demás y con nosotr@s mism@s. Lo que en su momento se presentó como una herramienta para conectar, compartir y crear comunidad, hoy se ha convertido en una trampa de falsas realidades, un pozo sin fondo de comparaciones dañinas y un motor de desconexión humana.
La falsedad de lo que vemos en redes
Instagram, TikTok, Facebook… plataformas llenas de imágenes cuidadosamente seleccionadas, editadas hasta el extremo, donde solo se muestran momentos de felicidad y éxito. Lo que no se muestra es el dolor, la tristeza, la incertidumbre o la frustración, que existe por detrás de esta publicación, emociones inherentes a la experiencia humana. Nos han vendido una versión idealizada de la vida que no existe, y lo más peligroso es que hemos caído en la trampa de creer que sí.
L@s adolescentes, en pleno proceso de construcción de su identidad, son especialmente vulnerables a esta falsedad. Crecen creyendo que su vida debe ser perfecta, que deben estar siempre felices, que el éxito se mide en «likes» y seguidores. La frustración, la ansiedad y la baja autoestima florecen cuando sus vidas reales no coinciden con la imagen irreal que consumen a diario. Y ya no hablar de l@s niñ@s más pequeñ@s, que crecen creyendo que esta es la realidad y que deben de ser así, para poder ser felices. ¡Que horror!
Me gustaría poneros ejemplos reales de todo esto que os estoy contando, para que toméis conciencia del peligro que puede ocasionar a nivel emocional y mental este mal uso de las redes sociales, en niñ@s, adolescentes y adult@s. Voy a utilizar casos reales, que he vivido en mis consultas, aunque siempre preservando la intimidad de estos casos.
Voy a comenzar con l@s niñ@s más pequeñ@s (que en vez de andar jugando y desarrollándose en sus relaciones humanas y sus experiencias),cómo se ven afectad@s por esta falsa realidad.
Hace unos meses, una madre me relató en consulta cómo su hijo de ocho años se había vuelto completamente dependiente de las redes sociales. ¡8 años! 🙁
Pasaba horas viendo videos de niñ@s que parecían vivir una vida de ensueño, con juguetes carísimos y viajes interminables. Un día, al notar que su realidad no coincidía con lo que veía, el niño estalló en una crisis de ansiedad, convencido de que su vida era «aburrida y triste».
Empezó a rechazar sus propios juguetes, a pedir cosas imposibles para sus padres y a mostrar signos de aislamiento y tristeza profunda. Su vida comenzó a ser triste y aburrida y no se contentaba con nada de lo que le ofrecía sus padres en la realidad. Con tan solo ocho años, ya sufría de depresión infantil por la comparación constante con una ficción digital.
Puedes leer sobre la ansiedad infantil si pinchas aquí.
¡Es hora de hacer algo con esto!
Y con l@s adolescentes, no nos quedamos atrás. Es terrible cómo afectan a su desarrollo y cómo pueden arruinar sus vidas por las redes sociales.
Uno de los casos más impactantes que he tratado fue el de una joven de 15 años que cayó en una espiral de autodestrucción tras ser víctima de ciberacoso. Un reto viral la llevó a compartir una imagen íntima con quien creía su amigo. La imagen se difundió en cuestión de horas, y al día siguiente, la escuela entera hablaba de ella. Sus compañeros la insultaban por mensajes, la ridiculizaban en redes y le enviaban amenazas constantes.
Dejó de comer, de dormir, y sus notas cayeron en picado. La vergüenza y la desesperación la llevaron a autolesionarse de manera repetida, sintiendo que su vida ya no tenía sentido. Solo la intervención urgente de su familia evitó una tragedia mayor.
¿Cómo hemos llegado al punto en el que un simple «click» puede destruir por completo la vida de un adolescente?. Hay una frase muy buena de Eloy Moreno, un escritor que me encanta y que habla sobre el peligro de las redes sociales, en su último libro «Redes», continuación de «Invisible», que os recomiendo encarecidamente, que dice «¿Cuántos likes vale tu felicidad?». Es para hacernos pensar…..
Puedes leer sobre los Adolescentes y la era digital aquí.
No solo los jóvenes sufren las consecuencias de esta falsa realidad. En mi consulta, cada vez veo más adult@s atrapados en una espiral de ansiedad y frustración.
Un caso que jamás olvidaré fue el de un padre de familia que, obsesionado con proyectar una vida perfecta en redes sociales, descuidó completamente su vida real.
Pasaba horas editando fotos para que parecieran más espectaculares, compraba cosas innecesarias para mostrarlas en redes y publicaba textos llenos de felicidad ficticia. Mientras publicaba fotos con su familia sonriendo, su matrimonio se desmoronaba y sus hijos apenas lo veían. Su esposa se sentía cada vez más sola, hasta que un día decidió dejarlo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había pasado más tiempo curando su imagen digital que construyendo una relación real con su familia.
Pero ya era demasiado tarde: sus hijos apenas querían hablarle, y la mujer que amaba había perdido toda confianza en él.
Estos son varios ejemplos de cómo pueden afectar las redes sociales en las diferentes etapas de nuestra vida. Podría poneros muchos más. Una triste realidad.
Un articulo relacionado con esto, puedes leer pinchando aquí.
Desconexión de la realidad y de las relaciones humanas
Las redes no solo distorsionan la realidad, también nos alejan de ella. Vemos a familias enteras en restaurantes sin mirarse, parejas que comparten mesa pero no palabras, adolescentes encerrados en sus habitaciones sumidos en un mundo virtual. Nos estamos desconectando de la vida real y de quienes nos rodean.
Nos hemos acostumbrado tanto a interactuar a través de pantallas que olvidamos la importancia del contacto humano genuino. No sabemos interactuar en persona, sino hay una pantalla de por medio. Otra triste realidad.
La deshumanización: una sociedad fría y distante
El anonimato de las redes sociales ha permitido que la violencia verbal, la insensibilidad y el odio se expandan sin filtro. Los comentarios hirientes, el ciberacoso y la cancelación pública se han normalizado.
¿Cómo hemos llegado a este punto? Porque las redes nos han hecho olvidar que detrás de cada pantalla hay una persona real, con emociones y vulnerabilidades.
Aparece una nueva figura, el «Haters», que traducido al español, significa «odiador». Un hater es aquella persona que en cualquier comunidad online escribe comentarios negativos sobre personas, servicios, colectivos, empresas,…., todo lo que se le ponga delante, y buscan destruir, sin más. Un hater suele criticar, ofender, difamar, discriminar y mostrar un gran nivel de hostilidad en cada uno de sus comentarios. ¿Te suenan? Hay un montón, por desgracia.
A nivel psicológico, veo en consulta las consecuencias devastadoras: ansiedad, depresión, aislamiento, dificultad para establecer relaciones auténticas y profundas. Las redes han cambiado la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y a los demás, y no precisamente para mejor.
Y con todo esto que te he contado, ¿Sigues pensando que no debemos de hacer algo para cambiar esta realidad?
Es hora de tomar conciencia y actuar.
No se trata de demonizar las redes sociales, sino de aprender a usarlas con responsabilidad y criterio. Como sociedad, debemos recuperar la autenticidad, el valor del contacto humano y la empatía. Como padres y educadores, debemos enseñar a los niños y adolescentes a diferenciar lo real de lo ficticio, a valorar sus propias experiencias sin compararse constantemente con lo que ven en la pantalla.
Si queremos una sociedad más humana, más sana y más conectada emocionalmente, debemos replantearnos nuestra relación con las redes sociales. La felicidad no se mide en «me gusta», la vida no es un filtro de Instagram y la verdadera conexión sigue estando en las miradas, las palabras y los abrazos reales.
Es momento de despertar.
Gracias por leerme.
Alicia Manzano
www.aliciamanzano.com