La comunicación en una pareja es uno de los pilares fundamentales para que la relación funcione. No importa tu modelo relacional (monogamia, poliamor, relación abierta, etc.) en la comunicación de pareja, siempre cometemos errores. Además, suelen ser errores bastante evitables y que, si no tenemos cuidado, van llenando, piedrita a piedrita, la mochila de los rencores, añadiendo peso y mermando la relación.
Por eso, en este artículo os quiero hablar de los errores más comunes en la comunicación de pareja y cómo evitarlos.
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¿Por qué es tan importante la comunicación de pareja?
Una buena comunicación de pareja nos ayudará a entendernos mejor con la persona que nos importa y a la que queremos. Evitará muchísimos malentendidos. Tener alguien al lado que nos comprende y escucha hará que nos sintamos seres dignos de ser vistos y valorados. Sin embargo, cuando la comunicación falla, las creencias sobre quienes somos pueden tambalearse, en especial si estas creencias ya son rígidas y negativas.
Si bien es cierto que, a veces, son las propias inseguridades y creencias sobre uno y creencias limitantes sobre los demás, lo que nos lleva a comunicarnos de manera errática, muchas otras veces, trabajar para tener una buena comunicación de pareja, no solo hará que se esté mejor dentro de la relación, sino también que las heridas individuales, cicatricen, ya que, las relaciones sanas curan.
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Los 8 errores más comunes en la comunicación de pareja.
1. Dar las cosas por hecho.
En el top 3 de errores más comunes en la comunicación de pareja está el interpretar y dar las cosas por hecho. Tendemos a interpretar lo que nuestra pareja nos dice, pero también lo que no nos dice. Al caer en la rutina, damos por sentado que algo siempre va a ocurrir del mismo modo. Por ejemplo, el lado del sofá en el que se sienta cada cual. Se nos olvida preguntar por las preferencias y, al mismo tiempo, cometemos el error de hablar con ambigüedad. Se nos olvida también pedir.
2. Atacar en lugar de pedir.
Casi tan común como el primero es el error de hablar atacando. Por ejemplo, decir directamente “eres un desastre”, en lugar de pedir “¿puede encargarte tú hoy de tirar la basura?”. Esto lleva a mucho desgaste dentro de la relación si es algo muy frecuente. Trata de no generalizar las conductas que hace tu pareja y, sobre todo, no encasillarla en un adjetivo.
3. Ponerse a la defensiva.
Inevitablemente, cuando sentimos que nos atacan nuestra primera reacción es defendernos. Así, si nuestra pareja nos dice “eres un caos”, lo más seguro es que le respondas con una lista de argumentos de por qué tu pareja está equivocada. Esto llevará a que no solucionéis la raíz del problema y, encima, a que discutáis hasta el infinito. Cuando haya algo que os moleste, lo podéis comunicar, por supuesto. No obstante, trata de ser conciso, qué es exactamente lo que te ha molestado y, sobre todo, no encasilles ni mucho menos, insultes.
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4. Omitir lo positivo.
¿Cuándo fue la última vez que le dijiste algo bonito a tu pareja? Por ejemplo, lo atractiva que te resulta o lo que te gusta de ella. Cuando se está ya en una relación de larga duración estos pequeños detalles tienden a perderse. No cuesta nada decir o comentar cosas agradables a nuestra pareja, felicitarle por algo que ha hecho o conseguido o agradecerle algún gesto que haya tenido contigo. Damos por hecho que así tiene que ser y, al final, así, lo estamos dejando de valorar. Como se suele decir: después de la luna de miel, hay que seguir echándole miel a la luna.
5. No decir por favor, lo siento y gracias.
Entre lo que damos por sentado y la falta de estos tres vocablos, las relaciones de pareja tienden a desgastarse y mucho. De nuevo, nos encontramos ante algo que no cuesta nada hacer si no se está ante un conflicto muy grande. Integradlo en vuestra comunicación del día a día. Si habéis perdido la costumbre (o nunca la tuvisteis), puede que al principio os parezca forzado, pero seguro que, poco a poco, pidiendo las cosas por favor, dando las gracias y pidiendo perdón la relación se vuelve a fortalecer. Ej.: “Gracias por preguntarme por mi reunión de hoy”.
6. Castigar con el silencio.
Esto no solo es un error, sino que es de lo más doloroso. Es lo que se llama Ley del hielo, y, en algunos casos, es una forma de manipulación y maltrato. Se da cuando una de las partes se enfada y, a pesar de que la otra pregunte qué ocurre y tenga intención de arreglarlo quien se ha enfadado no suelta prenda. Puede que no se sepa qué decir (en cuyo caso deberías decir “no sé qué decir ahora mismo, lo siento” o “no sé qué me pasa ahora mismo, mejor no me preguntes”), pero, en ocasiones, sin darnos cuenta callamos para fastidiar o castigar. Esto es muy tóxico y hace sufrir mucho a quien recibe el silencio. Es válido que te enfades o algo te disguste, pero mejor una explicación vana a el silencio.
7. Interrumpirse.
Sin duda, interrumpirse es algo que impide una comunicación de pareja sana. Si interrumpimos no dejamos expresar al otro lo que quiere o necesita transmitir. Es más, no estamos empleando una escucha activa. Si la escucha no es activa, no estás escuchando para conocer lo que tu pareja quiere expresar, sino que estás escuchando para ver qué has de responder tú a continuación para defender tus argumentos. Con lo cual, el espacio para poner sobre la mesa lo que siente, desea o necesita cada cual queda corrompido. Al menos, espera a que tu pareja termine la frase y si no queda claro si lo ha hecho, pregunta.
8. No expresar tus necesidades o deseos.
Y pretender que tu pareja las adivine. En mi experiencia con la terapia de pareja y la terapia individual cuando se trata de lo relacional, esto es en lo que más erramos. Tenemos interiorizado ese falso “mito de la lectura de mente”, según el cual tu pareja te tiene que comprender de manera mágica. Eso de que si lo tienes que pedir ya no es lo mismo o ya no te hace ilusión. Expresar las necesidades en la relación es un pilar básico (que no sencillo) en la comunicación de pareja. Por ejemplo, si necesitas que tu pareja tome más la iniciativa no te quedes esperando a que lo haga, pídelo.
En conclusión…
Cuando comunicamos atacando, callando, interrumpiendo o poniéndonos a la defensiva es, sobre todo, porque sentimos una profunda incomodidad mostrando lo que de verdad sentimos (sea lo que sea, miedo, vergüenza, culpa, etc.), exponiéndonos a la vulnerabilidad. Cuando nos permitimos esa vulnerabilidad, nuestro estilo de comunicación suele cambiar. No sentimos que la otra persona desea atacarnos o dejarnos mal, simplemente, comenzamos a ver que somos personas con defectos y que quien está a mi lado también los tiene. Sois seres imperfectos que se aman.
Redactando este artículo me doy cuenta de que lo que más conflicto interno nos genera es el pedir. Mucha gente tiene esa creencia interiorizada de “no tengo derecho a pedir, no lo merezco”. Sin embargo, creo que es algo generalizado, parte de nuestra cultura que asocia pedir a algo negativo: a tener malos modales, ser desagradecido, egoísta o abusón.
Una buena comunicación de pareja no solo comprende hablar o, más erróneamente, contárselo todo. Implica la disposición a escuchar, la disposición a comprender, la disposición a transmitir, pedir, y, sobre todo, la disposición a colocarnos en un lugar vulnerable.
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Referencias bibliográficas
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