Hace años que descubrí los cuatro acuerdos. Según la tradición tolteca, estos cuatro acuerdos nos enseñan a vivir mejor y en paz.
“No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo decides. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida” – Miguel Ruiz.
PRIMER ACUERDO: SE IMPECABLE CON TUS PALABRAS
El Primer Acuerdo es el más importante y también el más difícil de cumplir. Es tan importante que, sólo con él, ya serás capaz de alcanzar el nivel de existencia que yo denomino «el Cielo en la Tierra».
Ser impecable es asumir tu responsabilidad personal; cumplir todos y cada uno de los compromisos asumidos (empezando por los que asumes contigo mismo y luego con los demás).
Mediante las palabras expresas tu poder creativo; lo revelas todo. Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres. No son sólo sonidos o símbolos escritos; son una fuerza. Constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida.
Las palabras son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano, el instrumento de la magia. Las palabras son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea.
La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece.
Todo ser humano es un mago y, por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones.
Durante nuestra infancia, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus opiniones, como la de que no servíamos para los deportes, para cocinar… Alguien da una opinión y dice: «¡Mira qué niña tan fea!». La niña lo oye, se cree que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No importa lo guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo creerá que es fea y estará bajo ese hechizo.
La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo. Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo fértil para ella.
Puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima. La cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y estás en paz.
La impecabilidad de tus palabras te llevará a la libertad personal, al éxito y a la abundancia; hará que el miedo desaparezca y lo transformará en amor y alegría. Trascenderás el miedo y llevarás una vida diferente.
EL SEGUNDO ACUERDO: NO TE TOMES NADA PERSONALMENTE
El Segundo Acuerdo consiste en no tomarte nada personalmente, suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente.
Utilizando un ejemplo: Si te encuentro en la calle y te digo: «¡Eh, eres un estúpido!» sin conocerte,
no me refiero a ti, sino a mí. Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizá te digas a ti mismo: «¿Cómo lo sabe?» ¿Acaso es clarividente, o es que todos pueden ver lo, que estúpido que soy? Te lo tomas personalmente porque estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de acuerdo, el veneno te recorre.
El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la importancia personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo porque consideramos que todo gira a nuestro alrededor. Durante el periodo de nuestra educación, aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal. Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo!
Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados. También te esfuerzas en demostrarles que tienes razón dando tus propias opiniones. Del mismo modo, cualquier cosa que sientas o hagas no es más que una proyección de tu propio sueño personal, un reflejo de tus propios acuerdos. Lo que dices, lo que haces y las opiniones que tienes se basan en los acuerdos que tú has establecido y no tienen nada que ver con el otro.
No te tomes nada personalmente porque, si lo haces, te expones a sufrir por nada. Cuando realmente vemos a los demás tal como son sin tomárnoslo personalmente, lo que hagan o digan no nos dañará. Aunque los demás te mientan, no importa. Te mienten porque tienen miedo. Tienen miedo de que descubras que no son perfectos. Quitarse la máscara social resulta doloroso.
Si alguien no te trata con amor ni respeto, que se aleje de ti es un regalo. Si esa persona no se va, lo más probable es que soportes muchos años de sufrimiento con ella. Que se marche, quizá, resulte doloroso durante un tiempo, pero finalmente tu corazón sanará. Entonces, elegirás lo que de verdad quieres. Descubrirás que, para elegir correctamente, más que confiar en los demás, es necesario que confíes en ti mismo. Cuando no te tomas nada personalmente se convierta en un hábito firme y sólido, te evitarás muchos disgustos en la vida. Tu rabia, tus celos y tu envidia desaparecerán, y si no te tomas nada personalmente, incluso tu tristeza desaparecerá.
Nada de lo que hacen los demás es por ti. Los pensamientos, palabras y acciones de otras personas son tus proyecciones e interpretaciones, no tiene nada que ver contigo, les pertenece: Cuando seas inmune a las opiniones y acciones de los demás dejarás de sentirte víctima y de sufrir innecesariamente.
Si mantienes este acuerdo, viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá. Dirás: «Te amo», sin miedo a que te rechacen o te ridiculicen. Pedirás lo que necesites. Dirás «Sí» o dirás «No» –lo que tú decidas– sin culparte ni juzgarte. Siempre puedes seguir a tu corazón. Si lo haces, aunque estés en medio de la sociedad dormida, experimentarás felicidad y paz interior. Permanecerás en tu estado de dicha y la sociedad no te afectará en absoluto.
EL TERCER ACUERDO: NO HAGAS SUPOSICIONES
Tendemos a hacer suposiciones, sobre todo. El problema es que, al hacerlo, creemos que lo que suponemos es cierto. Juraríamos que es real. Hacemos suposiciones sobre lo que los demás hacen o piensan, nos lo tomamos personalmente y después los culpamos y reaccionamos enviando veneno emocional con nuestras palabras. Este es el motivo por el cual siempre que hacemos suposiciones, nos buscamos problemas.
Hacemos una suposición, comprendemos las cosas mal, nos lo tomamos personalmente y acabamos haciendo un gran drama de nada. Toda la tristeza y los dramas que has experimentado tenían sus raíces en las suposiciones que hiciste y en las cosas que te tomaste personalmente.
Suponemos que todo el mundo ve la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Esta es la mayor suposición que podemos hacer y es la razón por la cual nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás, porque creemos que nos juzgarán, nos convertirán en sus víctimas, nos maltratarán y nos culparán como nosotros mismos hacemos de modo que, incluso antes de que los demás tengan la oportunidad de rechazarnos, nosotros ya nos hemos rechazado a nosotros mismos. Así es como funciona la mente humana.
También hacemos suposiciones sobre nosotros mismos y esto crea muchos conflictos internos. Por ejemplo, supones que eres capaz de hacer algo y después descubres que no lo eres. Te sobrestimas o te subestimas a ti mismo porque no te has tomado el tiempo necesario para hacerte preguntas y contestártelas. Tal vez necesites más datos sobre una situación en particular. O quizá necesites dejar de mentirte a ti mismo.
La manera de evitar las suposiciones es preguntar. Asegúrate de que las cosas te queden claras. Si no comprendes alguna, ten el valor de preguntar hasta clarificarlo todo lo posible, e incluso entonces, no supongas que lo sabes todo sobre esa situación en particular. Una vez escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad. Asimismo, encuentra tu voz para preguntar lo que quieres. Todo el mundo tiene derecho a contestarte «sí» o «no», pero tú siempre tendrás derecho a preguntar. Del mismo modo, todo el mundo tiene derecho a preguntarte y tú tienes derecho a contestar «sí» o «no».
Este acuerdo devolverá la vida y la unión a tus relaciones. Nos invita a adueñarnos de nuestra mente para volver al presente, donde ante una duda, miedo o incertidumbre, puedes parar y preguntar si lo que estás pensando o lo que crees haber escuchado es así como lo estás pensando o recibiendo.
El principal obstáculo para vivir en la realidad presente es que nuestra mente está entrenada para asignar significados e interpretar lo que ocurre. Y esto, en muchas ocasiones, nos impide conectar con el amor disponible aquí y ahora. Aceptar y honrar este acuerdo desterrara el drama de tus relaciones para siempre.
El CUARTO ACUERDO: HAZ SIEMPRE TU MAXIMO ESFUERZO
Bajo cualquier circunstancia, haz siempre tu máximo esfuerzo, ni más ni menos. Pero piensa que eso va a variar de un momento a otro.
Muchas personas buscan la perfección en sí mismas y en el mundo, pero eso no existe. Lo que sí podemos hacer es expresar continuamente en todos los aspectos de nuestra vida nuestro mayor compromiso hacia la calidad de nuestros pensamientos palabras y acciones. Hacer lo máximo es salir de nuestra zona de confort y expandirnos un poco más allá, hacerlo lo mejor que podamos es estar a un 100% según el día y las circunstancias, siempre con honestidad hacia nosotros mismos.
Si realizas tu máximo esfuerzo, hábitos como emplear mal tus palabras, tomarte las cosas personalmente y hacer suposiciones se debilitarán y con el tiempo, serán menos frecuentes. No es necesario que te juzgues a ti mismo, que te sientas culpable o que te castigues por no ser capaz de mantener estos acuerdos. Cuando haces tú máximo esfuerzo, te sientes bien contigo mismo aunque todavía hagas suposiciones, aunque todavía te tomes las cosas personalmente y aunque todavía no seas impecable con tus palabras.
Si siempre haces tu máximo esfuerzo, una y otra vez, te convertirás en un maestro de la transformación. La práctica forma al maestro. Cuando haces tú máximo esfuerzo, te conviertes en un maestro. Todo lo que sabes lo has aprendido mediante la repetición. Aprendiste así a escribir, a conducir e incluso a andar. Eres un maestro hablando tu lengua porque la has practicado. La acción es lo que importa. Si haces tú máximo esfuerzo en la búsqueda de tu libertad personal y de tu autoestima, descubrirás que encontrar lo que buscas es sólo cuestión de tiempo.