No pudimos evitarlo. Rompimos el silencio y nuestras palabras se amontonaron junto a nuestras expresiones faciales. Vergüenza y culpa aparecieron en nuestros recuerdos y realidades. Todes teníamos algo por lo que sentirnos así.
Ella comprendió rápidamente lo que nos estaba pasando, entonces, sin esperar a que hiciéramos silencio, continuó hablando así:
-“Sentir culpa y vergüenza es parte de todes les humanes. ¿Cómo evitar sentir culpa cuando causamos dolor a alguien que amamos? ¿Cuando nos damos cuenta de que podríamos haber elegido diferente? ¿O cuando hacemos algo que no está aceptado en la comunidad? Eso nos hace sentir avergonzades. Cuando no alcanzamos nuestras propias expectativas. ¡Ah! ¡Qué desafío! ¿Cómo transformar esos sentimientos?
¿Cómo transformar el mecanismo intrínseco que atrae y expande la oscuridad en nosotres?
Recuerda, la humanidad cuenta con un estado de vida capaz de detener todo y crear algo nuevo: la ira. Cuando la ira se sintoniza con la luz, y eso es más bien una elección y una determinación, contiene en sí misma la capacidad de crear paz, salirse de la batalla y generar paz. Una determinación poderosa es capaz de recordar la luz absoluta y hacerla brillar. Activar la luz original. Así la humanidad es capaz de convertirse en una espada-antena de luz. Una espada anclada en el suelo, conectada con el corazón de la madre tierra, cortando la oscuridad y atrayendo la luz universal.”
-Nuestros ojos seguían preguntando cómo lograrlo. La abuela nos miraba con amor, compasión y paciencia. Ella sabía que bajo nuestro punto de vista solo éramos seres humanes débiles e inexpertos y además este cuento que ella nos traía era una historia de ciencia ficción que se alejaba de nuestras simples vidas cotidianas. ¿Cómo podríamos usar este cuento como ejemplo útil para resolver situaciones, o ayudarnos a elegir?
La abuela hizo silencio por unos largos minutos, hasta que nuestras mentes dejaron de llenarse de preguntas y asombro para volver al silencio y la curiosidad sin expectativas.
-”Crear la paz, brillar por completo es el camino.
Todas las manifestaciones lo estamos haciendo, seamos conscientes o no de ello. Más, saberlo es un llamado a intencionar. Es aceptar, sin juicio y sin asombro.
Ya aprendimos que el orgullo es una emoción complicada, que puede traer aparjada percepciones y acciones adversas. El orgullo, enraizado en la importancia del “personaje” que encarnamos nos distrae y crea la paradoja del valor, la superioridad, y la competencia. El orgullo es otra manifestación de la oscuridad y una antena para su expansión. De ahí vienen incluso las guerras, pasando primero por creer que une u otre tiene la razón en una discusión, o en una creencia.
Todo ha sido dado para todes, nadie tiene más o menos derecho. Hay suficiente espacio, comida y agua para todes. Hay equilibrio y armonía disponibles. Sin embargo continuamos en la agonía de imposiciones. La batalla cósmica, igual a la batalla cotidiana.
¿Cuándo entramos en esa batalla? Pues es simple, cada vez que algo nos molesta.
Es fácil sentirnos así. Cuando les hijes se encaprichan en algo no lógico, cuando en nuestros ambientes laborales se llenan de mal humor, cuando nos requieren hacer algo que sale de lo que es realmente necesario para nosotres hacer en ese instante, cuando alguien no nos trata con respeto simplemente porque está disgustade por alguna razón, etc., etc., etc.… Ahí es cuando podemos enojarnos y actuar desde el enojo y despertar al odio, o podemos crear la espada-antena de luz, y desde esa luz responder a la realidad inmediata que nos rodea.
El equilibrio es una elección. La humanidad tiene el poder para crear equilibrio y armonía al recordar y aceptar ser la luz, y brillar.”
-Esa noche nos fuimos a dormir con la esperanza brillando en nuestros corazones.
/ Verónica Brands 01.04.2024