Una preocupación muy frecuente entre los padres, es el hecho de que sus hijos pequeños experimentan episodios recurrentes de miedo a diversas situaciones. Pero independientemente del factor que los ocasione, es conveniente comprender que el miedo es una sensación natural, que evolutivamente ha tenido gran importancia y que, dentro de cierto rango, no debe ser motivo de alarma. Sólo debe generar preocupación y debe ser atendido por un psicólogo infantil, cuando esos temores traspasan la barrera de lo normal para convertirse en situaciones de mayor envergadura.
¿Por qué sienten miedo los niños?
El miedo es una de las emociones más básicas del ser humano que, además de ser instintivo, es universal, funcionando como un mecanismo de alarma que nos advierte de posibles peligros, sean estos reales o imaginarios.
Se puede desprender de la definición anterior, que resulta natural que los niños experimenten ciertos temores a lo largo de su desarrollo. Por ello, en la mayoría de los niños aparecen miedos leves, que muchas veces se presentan, desde la óptica de los adultos, sin razón aparente.
Visto de esa forma, tener miedo es algo normal en la infancia y consideran algunos psicólogos que en niños esos miedos contribuyen a que se desarrolle mejor la imaginación.
Lo que debemos tener claro, es que esos miedos deben ser evolutivos, lo que implica que deben ir cambiando según la edad, superándose en su respectivo momento, aspecto que evitaría que los pequeños vayan acumulando temores a lo largo de su proceso de crecimiento.
¿De dónde se originan los miedos comunes de la infancia?
Independientemente de que el miedo sea una respuesta instintiva que viene programada genéticamente en el humano, se ha demostrado que existen algunos factores que pueden contribuir a su origen y son determinantes de su magnitud. Dentro de esos factores, la literatura señala los siguientes:
- Los patrones familiares: se sabe que padres con tendencia a ser miedosos, suelen tener hijos que sufren con frecuencia de temores recurrentes
- La información negativa: lo cual se relaciona con aquella información que se hace llegar a los niños, verdadera o falsa, que pueda ser causante de miedo. Una experiencia muy común en este sentido, está asociada con una mala práctica de asustar a los niños con el “coco” o con monstruos, como una forma de intentar tranquilizarlos
- El aprendizaje directo: ese caso se presenta, por ejemplo, en los niños asmáticos, que suelen presentar el miedo de morir asfixiados
- El condicionamiento: que ocurre, por ejemplo, en niños de padres separados, que suelen tener el temor de que los abandonen. También es el caso de niños que fueron maltratados y temen que las personas extrañas los golpeen o los ofendan.
¿Qué deben hacer los padres ante los miedos infantiles?
A pesar de que no existe una fórmula mágica para solucionar los temores en los niños, los psicólogos infantiles nos ofrecen algunos consejos. Entre ellos, podemos mencionar los siguientes:
- No transmitirle temores personales a los niños. Esto, más que solucionar, ayuda a evitar la aparición de algunos miedos
- No ignorar a los niños cuando nos explican que sienten temor por algo. Por ningún motivo debemos hacer sentir a los niños que no comprendemos lo que les asusta
- Evitar situaciones que desencadenen miedos, como por ejemplo, ver películas de terror, sobre todo antes de acostarse
- No reaccionar de forma exagerada ante situaciones que ocasionen temor en los niños
- No burlarse de los niños, ni regañarles cuando se sientan temerosos, pues esto podría disminuir la confianza en sí mismos
- Enfrentar a los niños, de manera controlada y progresiva, con el factor causante del miedo. De esa forma, podrían superar sus temores de manera definitiva
En líneas generales, se debe ofrecer al niño un ambiente de seguridad, tanto físico como emocional, en el que se sienta resguardado por sus padres, sin llegar a sobreprotegerlo. Esto lo ayuda a generar confianza, la cual, según algunos expertos, es el secreto para combatir, con efectividad, los temores más frecuentes que se presentan en la infancia.
¿En qué momento debemos solicitar la ayuda de un especialista ante el temor infantil?
Existen algunas señales, casi siempre generalizadas, que podrían poner en evidencia la necesidad de llevar a un psicólogo a los niños. Esto ocurre, por ejemplo, cuando percibimos que los miedos no evolucionan, lo que significa que, a pesar de que el niño va creciendo, los temores no son superados.
Tal como se señaló en párrafos anteriores, una de las características de los miedos infantiles es que son evolutivos. Pero si ese proceso de evolución no ocurre, podría tratarse de un asunto más serio, las fobias, que son una forma especial de miedo caracterizado por una desproporción con respecto a la situación que lo genera. En esos casos, es común que el niño no deje de sentir miedo a pesar de que los padres le ofrecen explicaciones lógicas para que se calme.
El problema de estas fobias es que, por lo general, interfieren en la vida cotidiana del niño, afectando su desempeño y generando una sensación de malestar y ansiedad.
De allí, que si el padre observa que el miedo de su hijo lo altera a tal punto que rompe con las rutinas que pudieran considerarse normales en un niño, es conveniente que se ponga en manos de un psicólogo.