El abuso emocional, al igual que el físico, es violencia y como tal representa una violación de los derechos humanos. El artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 se constata que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, y el no respeto por cualquiera de los derechos de un individuo es la negación de la dignidad humana en sí misma. En esta línea resulta clave diferenciar entre agresividad y violencia. La agresividad hace referencia a las conductas que dañan física o psicológicamente a una persona de manera circunstancial (ej. una amenaza, o un intento de llamar la atención del otro) y la violencia son conductas que causan daño físico, psicológico, sexual o social de forma directa o indirecta con la intención de conseguir que la otra parte se comporte como se desea o se someta a su control o dominación. La APA (American Psychological Association, 1979) la define como “un patrón de conductas abusivas que incluye un amplio rango de maltrato físico, sexual y psicológico usado por una persona en una relación íntima contra otra, para ganar poder con el fin de mantener el abuso de poder, control y autoridad sobre esa persona”.
En cuanto a los tipos de maltrato emocional que se pueden sufrir encontramos: económico o financiero (ej. controlar en qué se gasta el dinero), estructural («porque yo lo digo»), social (ej. controlar con quién quedas) y espiritual (por ejemplo, el aislamiento).
Olga Barroso, experta en violencia en relaciones de pareja, nos advierte de algunas señales que tenemos que atender firmemente:
1. Engaño. Al principio de las relaciones todo el mundo da su mejor cara, pero poco a poco empiezan a surgir conductas violentas sutiles.
2. Debilitamiento, confusión y anulación de la víctima. Cuando la relación ya se ha establecido, al agresor no le basta con tener a la otra persona y por tanto empieza el camino a la dominación, la humillación, comenzarán los insultos, hará que se sienta inferior… En contra partida, una buena pareja pretenderá pasar más tiempo juntos (sin obligar), compartirán intimidad, proyectos en común, respetando los espacios individuales, la forma de ser de cada uno, se procurará la felicidad de la otra parte, no habrá chantajes ni manipulación, se hablará desde la madurez, la tolerancia y la sinceridad.
3. Culpabilización de la víctima. Cuando la parte que agrade ya ha conseguido que la víctima se crea inferior, «no válida”, “fallida”, “incapaz”, con muchos errores y defectos entonces la culpará de la violencia que emite.
4. Dominación y recrudecimiento de la violencia y de la instrumentalización. Según el ciclo de la violencia, una vez que se ha iniciado esta cada vez va a más. Se pasa de momentos de tensión a momentos de reconciliación (luna de miel) y de ahí a una acumulación de la tensión que vuelve a desembocar en la expresión o liberación de la violencia, y vuelta a empezar con la luna de miel, emitir conductas compensatorias, justificaciones de que fue algo puntual…
Por otro lado, resulta crucial recordar existen algunos derechos humanos básicos en la pareja* que todos debemos tener en cuenta:
- Recibir buena voluntad de la otra parte.
- Recibir apoyo emocional (tenemos que hacernos cargo de nuestras emociones siempre y saber regularlas. Es importante recibir apoyo emocional, siempre y cuando sea posible, a veces no será posible y nos tocará responsabilizarnos, pero una pareja acompaña, consuela y protege).
- Ser escuchado/a y contestado con educación.
- Tener puntos de vista propios, no sucede nada si el otro/a piensa o actúa distinto.
- Reconocimiento y validación de las experiencias emocionales de la otra parte.
- Pedir disculpas ante bromas pesadas o chistes ofensivos (o ante aquello que le hace daño).
- Recibir respuestas claras que tenga que ver legítimamente con uno o una.
- Vivir libre de críticas no constructivas, quejas o reproches, así como culpabilizar constante y sistemáticamente.
- Hablar del trabajo o los intereses de la otra persona con respeto. Prestar atención genuina.
- Realizar peticiones desde el respeto y la cortesía, no desde una orden.
Es importante que previamente nos sintamos seres queridos, buenos, capaces, seguros, autónomos, protegidos, valiosos y listos, a pesar de que la otra parte de la pareja nos diga lo contrario. Además es fundamental sentir a los demás como personas respetuosas, confiables, amables, cariñosas, predecibles… (entre otras). Con esta capacidad no se nace, si no que se aprende, sobre todo de nuestras figuras de apego primarias, es decir, nuestros padres. Si sientes que esto no ha sido así de forma constante o segura, te invito a que acudas a un profesional para que de forma conjunta podáis ir trabajándolo.
Ante el maltrato, debes acudir a servicios de asistencia especializados como por ejemplo llamar al 016 (teléfono de atención gratuita) o al SAVG (Servicio de Atención a Víctimas de Violencia). Si algo de lo que aquí has leído resuena con tu historia personal, por favor solicita ayuda profesional psicológica, así como pedir apoyo a tus familiares y amistades cercanas. Lo aquí descrito no sustituye ningún tipo de atención personalizada y segura.
Un fuerte abrazo.