En la consulta atiendo tanto a hombres como a mujeres que les cuesta llegar al clímax cuando mantienen relaciones sexuales en pareja. Es cierto, que esta dificultad es más común en ellas que en ellos. Es lo que se suele llamar brecha orgásmica. Esto se debe a que el placer de la mujer ha estado siempre relegado a un segundo plano y porque vemos la eyaculación masculina como el fin de un encuentro sexual, cuando no tiene por qué ser así.
Nuestras creencias sobre el sexo y el placer sexual influyen muchísimo en nuestra manera de vivir nuestra sexualidad. En este artículo os quiero hablar de cuáles pueden ser esas creencias y cómo pueden estar haciendo mella en ti si te cuesta llegar al orgasmo.
¿Por qué me cuesta llegar al orgasmo?
Pueden existir diversos motivos por los que te cuesta alcanzar el orgasmo. Cuando se dice que “me cuesta llegar al orgasmo”, nos estamos refiriendo al tiempo que se tarda en llegar a él. Es decir, vemos el orgasmo como una meta a la que hay que llegar y que hay un tiempo “normal” estipulado para llegar a esa meta. Cuánto es ese tiempo exactamente nadie lo sabe, pero el caso es que para los hombres es una cifra y para las mujeres otra.
- Pensamientos, pensamientos, pensamientos.
Cuando pensamos que ese tiempo está siendo demasiado largo para “lo normal”, nuestra cabeza comienza a inquietarse y fabricar pensamientos del tipo “ya debería llegar”, “se va a pensar que no me está gustando”, “heriré sus sentimientos si no lo consigo”. La manera en la que pensamos influye en nuestro sistema nervioso y este se activa cuando tenemos pensamientos de este tipo, los cuales están relacionados con obtener un resultado (como si estuviéramos en un examen). Para que se dé el orgasmo es absolutamente necesario que nuestro sistema nervioso esté relajado. El orgasmo es un reflejo y los reflejos son cambios y reacciones del cuerpo que se dan ante determinados estímulos. El reflejo del orgasmo se aleja si nuestro cuerpo está bajo la presión de las expectativas, hipervigilante o en alerta.
- Estrés.
Otra causa de la dificultad para alcanzar el orgasmo es que te encuentres en un momento de tu vida invadido por el estrés. Si tu cabeza está preocupada por otras cosas, va a ser incapaz de poner la atención en el cuerpo, en las sensaciones que te proporciona. Incluso, el sexo puede empezar a ser una actividad que requiera mucha concentración para ti, es decir, que suponga un esfuerzo. Y, normalmente, todo aquello que nos supone un esfuerzo le resta diversión al asunto. Esto puede poner en juego tu deseo sexual también, haciendo que, muy probablemente, disminuya.
- Hipervigilancia.
Por otro lado, el querer alcanzar un orgasmo sí o sí, puede conllevar que te hagas hipervigilante de tus sensaciones físicas y corporales. Aunque suene paradójico, esto hace que el orgasmo también se aleje, ya que esta hipervigilancia roza la obsesión, y la obsesión no nos deja dejarnos llevar o abandonarnos al placer. Hace que el sexo se vuelva muy mecánico. Pensar en alcanzar el orgasmo, hace que se aleje. Estás pendiente de cada sensación, de cada movimiento y, claro, hay que ponerle mucho empeño y concentración, impidiendo que te dejes llevar.
Cuando utilizamos el sexo para alcanzar un fin, el placer pasa a un segundo plano. No se siente protagonista de esta fiesta. Si crees que utilizas o has utilizado el sexo para sentirte una persona válida, porque pensabas que era lo que tenías que hacer para ser amada o por complacer a otra persona, en definitiva, cuando has mantenido relaciones sexuales sin deseo alguno, has instrumentalizado el sexo. Esto puede haber hecho que tu cerebro haya aprendido a disociarse durante el sexo, ya que tu cuerpo no estaba disfrutando, por lo que ha desechado las emociones (las desagradables y, también, las agradables) durante el acto sexual. Y así te has acostumbrado a vivir tu erótica, sin deseo y desconectándote de tu cuerpo y, por ende, de tus emociones.
En conclusión…
Tener el orgasmo como fin hace que instrumentalicemos el sexo. Por supuesto, el orgasmo está muy bien y es una parte muy importante de nuestro disfrute y nuestro placer. Sin embargo, cuando lo convertimos en una condición sin la cual el sexo no tiene sentido, hacemos una jerarquía de nuestras sensaciones corporales, que también son muy placenteras y que hacemos de menos. Convertimos, así, nuestras relaciones eróticas en algo mecánico: en unos botones que hay que tocar para que se dé un resultado.
El ritmo frenético a la que va nuestra sociedad actual, el querer tener todo para antes de ayer nos hace perder de vista el concepto de los procesos, el disfrutar del camino y, por lo visto, esto está afectando también a nuestra sexualidad. Nos desconectamos del placer. El sexo es como cuando sales a dar un paseo, quieres disfrutar de las vistas, del movimiento de tu cuerpo, de la sensación del aire en tu cara, pero no hay un objetivo, no hay un destino, solo caminas y disfrutas de cada paso.
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Si te cuesta llegar al orgasmo y no sabes por qué puedes pedir ayuda psicológica. En terapia sexual, además de hacer el asesoramiento sexológico pertinente y darte las pautas que pudieras necesitar, te ofrece indagar sobre tu placer, cómo funciona tu deseo y cómo se reflejan tus experiencias pasadas en tu sexualidad. Si quieres pedir cita conmigo, puede poner en contacto pinchando aquí.