Yoga, a menudo, se concibe como una práctica de constante mejora personal y no se trata de eso. Es más bien un camino de conocimiento y aceptación (que sucede en todos nuestros cuerpos -físico, mental y energético).
¿Que quiere decir esto? Voy a tratar de explicarlo, partiendo de algunos mitos o creencias que circulan en torno a la practica de yoga. Hay muchos, pero estos son los que más he escuchado y los más comunes en mi experiencia (y espero resolver algunas dudas):
- «Hay que ser muy flexible y hacer posturas imposibles. Yo no puedo»
Lo importante no es llegar hacer las posturas (asanas) perfectas, sino aprender a escuchar nuestro cuerpo, respetarlo y honrarlo con sus limitaciones.
Tampoco obsesionarse con el objetivo. Si buscas desde el primer día sentir tu cuerpo tonificado, mayor equilibrio, mayor claridad o eliminar el estrés, conseguirás el efecto opuesto. Como toda disciplina, requiere constancia, práctica y presencia para percibir los avances y beneficios.
- «Es para mujeres jóvenes y en buen estado físico»
Al contrario de lo que se cree, el yoga es accesible para todas las personas de cualquier edad y sexo. En lo que se refiere a la parte física, las asanas se pueden adaptar a las necesidades de cada cuerpo, ayuda a mantener la movilidad, mejora la motricidad, el equilibrio y la fuerza muscular y promueve la regulación del sistema nervioso a través de los pranayamas y la respiración consciente.
- «Es demasiado lento, yo necesito movimiento para desestresarme»
Hay diversos estilos, algunos más dinámicos y otros más estáticos, por lo que siempre recomiendo ir probando hasta probar en que estilo te sientes más cómoda/o. Sin embargo, en términos generales, la practica regular de yoga, no solo disminuye la presión arterial, sino que aumenta la oxigenación cerebral, libera tensiones musculares y regula nuestro sistema nervioso. ¡Los beneficios para combatir el estrés son infinitos y reales!
- «El yoga es muy espiritual, yo no creo en las energías»
Lo importante no es ser muy espiritual y cambiar radicalmente todos tus hábitos para ser “yogui”, sino permitirte explorar que sensaciones y beneficios te aporta a ti personalmente, que deseas conseguir con la práctica. Puede ser para sentirte más flexible, para tonificar, para encontrar paz mental o para combatir el estrés. Sea cual sea el motivo por el que te animes a iniciar o hayas iniciado, es perfecto, es suficiente y es válido. Y quizás, en el camino irás descubriendo otros beneficios. Todo suma.
Además, no necesariamente hay que ser vegetariano, meditar y/o practicar todos los días; tampoco es el objetivo si no va contigo. Es cierto que yoga no es un deporte o una mera actividad física, se trata de una disciplina que aúna cuerpo y mente y moviliza nuestro cuerpo energético, buscando el equilibro y la conexión con nuestra esencia más pura. Sólo si te sientes atraída/o y quieres profundizar, hay toda una filosofía y principios éticos que acompañan a la práctica y guían la conducta hacía los demás y hacia la vida en general, como es por ejemplo Ahimsa o el principio de no violencia entre otros.
En definitiva, la práctica regular de yoga nos ayuda a tomar conciencia de nuestros patrones posturales y mentales, nos invita a ir despacio y retomar el poder de sanación que reside en cada una de nosotras y nosotros, incorporando la presencia, la amabilidad y la firmeza en nuestra rutina diaria. Nos invita a recuperar, en cierta medida, el control de nuestra vida, el amor propio y la compasión.
Y ahora, ¿TE ANIMAS?