En estos días he considerado importante recordar esto y me gustaría compartir aquí mi reflexión. A veces llegan personas a consulta creyendo que hay algo mal en ellas porque no encuentran el “aprendizaje”, sienten mucho dolor por la experiencia vivida y un profundo sentido de injusticia, rabia e incluso resentimiento (cuando han sido víctimas de innumerables vulneraciones). ¡Y con toda razón!
Por algunos años, he trabajado en diferentes ONGs y contextos, donde he conocido personas con historias realmente desgarradoras y, sin ninguna duda, INJUSTAS y, poco a poco, esta idea iba germinando en mi cabeza ya que en muchas ocasiones, escuchando esos relatos tan duros, me preguntaba a mi misma ‘¿que mínimo aprendizaje puede rescatar esta persona de esa atrocidad?’ y me respondía a mi misma, ‘esto simplemente no debería ocurrirle a nadie y es completamente normal el dolor que esta persona siente ante una circunstancia anormal, injusta y violenta’.
Es sorprendente como les tranquilizaba en muchas ocasiones el hecho de verbalizarlo en voz alta por primera vez, o de escuchar de otra persona que eran normales y completamente válidas esas reacciones, sensaciones y emociones que convivían con ellxs desde hacía tiempo.
A veces simplemente es necesario abrazar esa herida, aceptarla e integrarla en nuestra historia vital, sin la necesidad de aprender algo de ella o encontrar un sentido “místico” o enriquecedor.
No olvidemos que una experiencia potencialmente traumática, puede convertirse en TRAUMA, cuando confluyen estos tres factores principalmente:
- Supera nuestra capacidad de respuesta. Percibimos la experiencia desbordante e inasumible.
- NO hay control sobre la situación. No podemos escapar (pudiendo darse una acumulación de hechos traumáticos en el tiempo).
- La persona se encuentra sola, desprotegida e indefensa ante la situación.
**Y recuerda, si hubo una situación o situaciones que sentiste especialmente abrumadoras, dolorosas o traumáticas, entonces LO FUERON. Nadie más puede determinar que es, o que no es traumático. Hay tantas vivencias como personas en el planeta.
En fin, lo que he podido observar con el tiempo y la experiencia, es que un FACTOR PROTECTOR ante cualquier tipo de adversidad es contar con vínculos seguros, espacios y relaciones que nos proporcionen (o nos devuelvan) esa sensación de confianza, protección y validación que todos necesitamos para sanar y amortiguar posibles secuelas en el camino.
Somos seres sociales y nos necesitamos. Necesitamos rescatar la unión, la empatía y la compasión en las relaciones diarias.
¿Te has sentido alguna vez invalidadx?
¿Te has sentido alguna vez incomprendidx?
¿Te has sentido alguna vez solx?
Estoy aquí, te escucho.
Un abrazo,
Coral