El esfuerzo de los hombres por afirmar su identidad y excelencia como tales y diferenciarse así de las mujeres y de los varones «pasivos, infantiles o afeminados», ha hecho de la homofobia y la misoginia las compañeras habituales de la masculinidad. Todavía hoy para ser hombre hoy en día en nuestra cultura y sociedad, no hay que ser “femenino”.
La masculinidad en una sociedad donde existe cada vez mayor igualdad entre los sexos, es problemática si no aceptamos que el hombre de hoy y las nuevas masculinidades traen aparejado el incremento de hombres que se atreven a mostrar facetas más asociadas a lo femenino tradicionalmente hablando, así como de mujeres/otros hombres que no reprochan a los hombres sus aspectos más blandos, vulnerables o sensibles, sino que los acogen y construyen juntos «nuevos modelos de pareja».
El ideal de la masculinidad no es puramente psicogenético sino que constituye como impuesto culturalmente y los hombres deben adecuarse concuerden o no psicológicamente con él, lo que produce el padecimiento de los hombres que deben adecuarse al ideal viril y que pone de manifiesto una estructura básica de masculinidad que es transcultural y está extendida pero no es universal.
Es necesario explorar la masculinidad contemporánea en sus aspectos vinculados con la sexualidad, el poder y la cultura, para crear de modo colectivo nuevos modelos de varón. Para que esto se logre deberían modificarse las representaciones acerca del poder, un poder que se destinara a crear y no a dominar y a construir nuevos modelos de hombres y mujeres alejados de estereotipos, creencias antiguas y falsos mitos.
La película Fuerza Mayor de Ruben Östlund, proyectada esta semana en el festival Cinema Jove de Valencia, nos hace reflexionar acerca del papel del hombre en la sociedad actual.
Un hombre, padre de familia, ocupado de sus negocios, pasa unos días en la nieve con su mujer y sus dos hijos, la hija mayor y el niño pequeño. Parecen la familia perfecta, guapos, jóvenes y con un modelo tradicional de funcionamiento.
Un día, en el desayuno, una avalancha de nieve, provoca que el padre de familia huya movido por el miedo, y la madre se quedé protegiendo a los dos hijos y pidiendo a su marido ayuda.
Este es el inicio del conflicto familiar y de roles que Fuerza Mayor narra de forma original y reveladora. Esta situación plantea en la mujer un conflicto con sus ideales de lo que es un hombre, lo que es un padre de familia, lo que es escoger ser madre y esposa, los valores, las motivaciones y la fortaleza de cada ser humano.
Cuando ella le cuenta a él sus impresiones de lo ocurrido, él niega la realidad, no pudiendo soportar el haber huido de la situación, dejando a su mujer y sus dos hijos, movido por el instinto de supervivencia.
Esta negación de él, desde la vergüenza, y esta necesidad de ella de reconocerse como víctima del abandono y la traición, movilizará a las personas de su entorno, conocidos y sus propios hijos, que vivencian esta situación traumática desde la confusión y el miedo. Todo se resquebraja y empieza a hacer aguas.
La metáfora de conquistar la nieve, una nieve fría y dura, por la que se pretende resbalar con placer, cómo si fuera sencillo y cómodo, es otra forma más de entender como desde la superficie, todo es un montaje y en el fondo hay mucho dolor, problemas, miedos y conflictos. Las avalanchas controladas, como esas expresiones consentidas socialmente, de momentos de exteriorizar al hombre instintivo (agresividad, impulsos) y a la mujer primitiva (voluptuosa y fuerte), están constantemente presentes en la película, cómo avisando de que siempre algo puede saltar por los aires, aún teniéndolo aparentemente, todo controlado. La pantalla en blanco, con los niños gritando «papá», nos conecta con el vacío de sentido que puede tener esta figura en un niño, cuando busca algo que no encuentra.
La cuestión que me plantea el film es el motivo por el cuál la mujer no puede asumir el papel masculino de valentía, protección y fortaleza, y admitir la vulnerabilidad de su marido, como un ser humano más, indiferentemente de su sexo biológico.
Tampoco el hombre se permite admirar la seguridad y decisión de su pareja, y reconocer como propios los miedos y errores, pues esto no sería ser un hombre ni para él, ni para ella, ni siquiera para los propios hijos, aún siendo pequeños todavía.
¿No sería más saludable flexibilizar los roles y que cada miembro de este matrimonio asumiera como propias sus cualidades indistintamente de su sexo biológico? Parece una misión imposible, tal como demuestra la película.
El nombre de la misma, Fuerza Mayor, ya revela, desde mi punto de vista, que los factores socioculturales y biológicos, se imponen sobre la psique del individuo y de la familia de forma aplastante. La conclusión es que hay una necesidad de roles rígidos en función de lo admisible culturalmente hablando, que de no cumplirse, desestabilizan todo el sistema familiar.
Un segundo asunto plasmado en la película, es la necesidad de que el hombre siga siendo el que tome las decisiones, asuma los riesgos y dirija a la familia. Me pregunto si acaso no seria posible que fuera la mujer, si sus cualidades son las adecuadas, quien cumpla con este papel y que el hombre se dejará guiar gustoso, por el sentido común de su mujer.
Finalmente la denigración de la que es víctima el hombre ante la crueldad femenina de ser ellas quienes echan en cara la poca hombría, quienes escogen para el sexo o para la seducción, y quienes reprochan la falta de valores y el impacto que ello tiene en la psique masculina es el tercer tema fundamental del film.
¿Cómo puede un hombre, que al fin y al cabo es un ser humano más, cumplir con las exigencias y las expectativas de unas mujeres que les están demandado todo? ¿No es acaso más acertado que la mujer se atreva a ver a su pareja como lo que es y deje de atribuirle todo lo que socialmente representa y debe ser un hombre?
Cuando en el film se ablanda la sensibilidad femenina, cuando la mujer admite y reconoce la necesidad del hombre de ser visto, admirado, reconocido y cede su papel al mismo, las cosas se restablecerán y el hombre sentirá, que si bien su mujer ha dejado un autobús conducido por un hombre sin experiencia, no se ha bajado de su matrimonio, aceptando la debilidad masculina, tomando decisiones de autocuidado y protección como mujer, y pidiendo ayuda cuando lo necesita.
Me pregunto si la habitación de hotel 413, es un símbolo de que siendo 4 en la familia, a veces se excluye al hombre, por no dar la talla. Si el 13 no es otro representante del conflicto que se viene encima.
Me cuestiono si que la mujer necesite hablar en público de la percepción de realidad que ha tenido como víctima, no es un ejercicio de poder y humillación de su marido y finalmente me cuestiono si la mirada entre los hombres, es de complicidad y cooperación, o de lástima y autocompasión, cuando se observan de forma externa los conflictos que un hombre tiene en la sociedad de hoy y en su propia familia.
Mi conclusión es que hay que fomentar espacios masculinos de encuentro y reflexión, que ayuden al hombre a entenderse y aceptarse, y una mirada femenina más neutra hacía la figura del hombre en los tiempos de hoy. Creo que la película es un buen modo de reconciliación con estos asuntos, lamentablemente tan poco tratados en la actualidad.
Si bien uno “no nace hombre, sino que se hace hombre”, existen unas creencias matrices inculcadas desde la infancia, en nuestra sociedad actual (Bonino, 1999), que resultan dañinas y peligrosas pues reprimen en los niños y los adolescentes muchas cualidades humanas básicas y necesarias para ser feliz como la dependencia, la vulnerabilidad, la crítica constructiva y la igualdad:
1-Autosuficiencia prestigiosa: ¡No te apoyes en nadie!, iNo seas uno más!, ¡No te comprometas!.
2-Belicosidad heroica: Esta creencia promueve la figura del héroe, el soldado o el guerrero valeroso, o su versión del deportista de élite, tan cara al imaginario masculino, y en ella se basan todas las metáforas de la «penetración» masculina. Pega tu primero! No dejes que se aprovechen de ti! Demuéstrales quien eres!
3-Respeto al valor de la jerarquía: ¡No te rebeles!, ¡No desobedezcas! Ser hombre es esto.. y no es esto otro! Los hombres no lloran!
4-La superioridad sobre las mujeres (y sobre los varones menos masculinos) y la diferenciación de ell@s. Para ser hombre hay que tener éxito, ser valiente, fuerte, no ser una nenaza!!! Las mujeres van a querer de ti solamente tu fortaleza, tu dinero y tu poder!!
Es importante que desde las familias, las escuelas y las instituciones públicas se fomenten otros valores que permitan que el hombre cuestionar valores antiguos y caducos que limitan las posibilidades masculinas. También en terapia tanto a nivel individual como grupal, conseguir que los hombres entiendan de dónde proceden algunos de sus problemas que tienen que ver con la forma en que fueron educados y los valores inculcados, ayudará para liberarse de ellos y construir nuevos más acordes a los nuevos tiempos.
https://www.youtube.com/watch?v=TRUHtSqZEG0&list=RDTRUHtSqZEG0#t=0
Bibliografía: Varones: género y subjetividad masculina, Mabel Burin e Irene Meler, Paidos (2000).