Todos hemos escuchado o sentido en primera persona frases como «mis amigas han quedado y no me han avisado, me están dejando de lado», «no tengo amistades de la infancia, ¿seré un bicho raro?» o «me siento solo, no tengo amigos». Cualquiera ha experimentado la soledad, se ha sentido poco acompañado o arropado por los demás, es un sentimiento normal al que no tenemos que tenerle miedo. Sabemos que la soledad va en contra de nuestra naturaleza, si te alejabas del grupo corrías el riesgo de encontrar situaciones peligrosas, de no comer, etc. Ahora bien, tampoco es cuestión idealizar lo que vemos en las redes sociales o en la mesa de un restaurante o bar donde grupos de amigos ríen y celebran. Es natural sentirse solo/a pero es igualmente sano querer pertenecer y compartir la vida con tus amigos/as, aunque no a cualquier precio si no de forma segura, predecible y perdurable.
Existen conceptos previos que tenemos que tener en cuenta si queremos tener amistades sanas y mantenerlas en el tiempo.
- Conócete a ti mismo/a y descúbrete: con esto nos referimos a percibir tus distintos roles (o facetas) que se activan en las diversas situaciones de la vida como en el trabajo, con la familia… quizás algunas las conoces ya y otras aún no. Saber definirse, conocer tus límites o necesidades marcará tu mundo social. Para ello, te animamos a coger lápiz, papel o cualquier formato que tengas a mano para proyectar en esa hoja en blanco lo que eres y lo que buscas en la amistad.
- Desapego con las relaciones pasadas. Mirar al pasado con nostalgia o desde la culpa por aquella amistad que perdimos no va a hacer que ahora o en el futuro encuentres lo que buscas. Aprender de lo sucedido, ser más consciente y dejar ir es otro punto clave.
- Comparte lo que eres. Cuando ya te sientas más seguro/a con el primer punto, toca pasar a la acción y mostrarte como eres. Si eres sensible, divertida, si te gusta el rock o el pop, si eres más de playa o de montaña, de fútbol o baloncesto… ¡No hay nada de malo en ti!
- Revisar patrones de comportamiento y apego. Si crees que repites tu forma de actuar con los demás y siempre te lleva al mismo punto, a alejarte, a sentirte disgustado, mal… te recomendaría pedir ayuda profesional para que un experto/a te acompañe en descubrir y trabajar lo que se esconde a simple vista.
- Entiende las circunstancias vitales. La vida va muy rápido, suceden imprevistos y cambios que en muchas circunstancias son naturales (ej. tener hijos). Tener en cuenta esto nos ayudará en la construcción de relaciones sanas. Aprender a ajustar las expectativas hacia los demás, hacer peticiones comprensibles o empáticas con ese amigo que cada vez llama menos y no olvidar que pase lo que pase tu eres tu prioridad.
- Diferencia entre amigos, conocidos y mejores amigos/as. Como la vida misma y su complejidad, con unas personas compartes poca información, en cambio otras conocen muchos aspectos de tu vida pero no te vienen a la cabeza cuando necesitas un gran apoyo o sostén y otras directamente son prácticamente de tu familia.
- Cuidar y mantener, soltar y dejar ir. Como cualquier relación, la amistad también requiere de atención y cuidados constantes (ajustado a las circunstancias como hemos mencionado antes). En otros momentos el vínculo está tan deteriorado y no se puede reparar o recolocar que lo mejor es soltar y elaborar duelos.
Esperamos que estas ideas os pongan sobre el camino seguro hacia la amistad. Estamos convencidas de que hay muchas personas que desean o anhelan lo mismo que tú estás sintiendo respecto a este tipo de vínculos. No hace falta irse a la otra punta del mundo para encontrar a esas personas.