Hoy a diferencia de otras entradas del blog no solo expongo una reflexión, sino que vengo a sensibilizar y apelar a la empatía, porque considero más necesario que nunca:
– Cierra los ojos e intenta visualizar esto:
Imagina por un momento que llegas a un lugar desconocido, con apenas algunas pertenencias, los ojos brillosos y el corazón encogido tras despedirte de quiénes no sabes cuando volverás a ver y la esperanza de lograr tu sueño. Tener un futuro más próspero, lograr apoyar económicamente a tu familia o simplemente construir tu proyecto de vida. Llegas solx, con algunos ahorros (si los traes), el trayecto hasta llegar aquí ha sido duro, implicó mucho sacrificio y en ocasiones incluso ha supuesto poner en riesgo la vida. Pero llegaste. Cada día intentas decirte a ti mismo que “todo lleva su tiempo” y que las cosas mejorarán, pero te encuentras una barrera tras otra. Incluso si sabes el idioma. Continuas “tirando” de ahorros y/o haciendo cualquier trabajo para obtener algo de dinero y subsistir. Te das cuenta que sin regularizarte es muy difícil. Te asesoras y efectivamente, pueden pasar 4 años (o más) hasta lograr los famosos «papeles».
-Y te preguntarás ¿qué implicaciones tiene esto ?
Pues imagina por un momento, que no podrás trabajar con contrato y de manera regular en todo ese tiempo, sea cual sea la titulación o experiencia laboral que tengas. Imagina que vas al banco para abrir una cuenta bancaria y no te lo permiten. Imagina que quieres convalidar tu licencia de conducir pero tampoco hay citas y además necesitas estar regular, por lo que tampoco puedes conducir. Pero lo peor de todo no es todo esto. Tienes que lograr un lugar donde te permitan empadronarte y alquilar sin la posibilidad de demostrar solvencia y estabilidad económica a través de un contrato o nómina. Aunque si hayas logrado conseguir ingresos y trabajar. Ahora imagina que esto sucede día tras día durante años y que por más que te esfuerces siempre encuentras los mismos muros.
La vulneración de derechos fundamentales como acceder a un trabajo digno, el acceso a una vivienda en unas condiciones mínimas de habitabilidad, la exclusión social y financiera que impide hacer trámites cotidianos como es pagar nuestro alquiler, agua o luz, son solo algunas de las barreras que miles de personas enfrentan cada día en nuestro país para lograr apenas subsistir. Y si te parece poco, súmale además la imposibilidad de volver a ver a sus familias en años. Después de ese esfuerzo titánico no pueden salir, porque si lo hacen no podrán volver a entrar de nuevo.
Cuando escuches o incluso pienses la famosa frase “que vengan aquí a trabajar” créeme que es lo que más quieren. Pero la ley es un entramado de trabas y obstáculos legales y administrativos, que impide que puedan acceder al empleo de manera regular, aunque sea lo que más anhelan, obligándoles a sobrevivir en muchos casos. Te invito a reflexionar y a informarte sobre las leyes de extranjería, antes de emitir juicios de valor. Porque la vida de estas personas no es fácil y cargan unas mochilas muy pesadas a sus espaldas.
Hablo desde la experiencia personal y como testigo día a día de historias de superación personal, personas increíblemente resilientes, que como cualquiera de nosotrxs en esas circunstancias, a veces se sienten completamente abrumados, desesperanzados e impotentes. Incluso llegando a afectar a la sensación de valía personal y autoestima.
Cada experiencia migratoria es diferente y hay muchos factores que pueden modular dicha experiencia por lo que no pretendo generalizar, pero si despertar y apelar a la empatía y la humanidad en este mundo tan deshumanizado e injusto.
EMPATÍA como esa capacidad no solo de poder sentir lo que la otra persona esta sintiendo y brindar apoyo de manera compasiva y sincera sino, ser empáticos, desde esa posición de comprender al otro desde su marco de referencia y su experiencia vital. Es decir, ser capaz de comprender a la otra persona desde su punto de vista, y no el nuestro. Para ello es necesario salir de nuestros propios esquemas mentales y mirar a través de las gafas de la persona que tenemos delante. Conocer su historia. Devolverle el rostro, la voz y la dignidad.
“Necesitamos historias que muestren que los valores que tenemos en común son más fuertes que lo que nos divide”, Michelle Bachelet.
En mi humilde opinión, es urgente más empatía, más sensibilidad, más cuidados y unión entre iguales, porque la historia de cada uno es resultado de millones de migraciones. Somos lo que somos gracias a este fenómeno.
Un abrazo,
Coral