Existen creencias erróneas respecto a la psicoterapia en esta etapa de la infancia. Algunas de ellas son:
- El tratamiento psicoterapéutico con niños pequeños no es posible porque su nivel de desarrollo cognitivo es insuficiente para comprender el lenguaje adulto.
- Otra falsa creencia, derivada de la anterior, es que debemos trabajar mediante los padres únicamente, pudiendo prescindir de los niños. El gran problema que esto encierra es el no reconocimiento del psiquismo del niño.
A cualquier edad podemos hablar de psiquismo, pero no de los mismos elementos y funciones que componen la organización psíquica los cuales variarán según el momento del desarrollo en el que se encuentre.
CARACTERÍSTICAS DIFERENCIALES DE LA PSICOTERAPIA EN NIÑOS PEQUEÑOS
- Un factor determinante del modo de intervención será el grado de dependencia psíquica o indiferenciación respecto a la figura primaria. Cuanto más pequeño sea el niño, mayor dependencia y mayor peso tendrán los procesos mentales de los cuidadores.
- Es imprescindible tener un diagnóstico comprensivo antes de comenzar la intervención, que contemple los síntomas, por lo que se consulta siempre desde la perspectiva del desarrollo y dentro del marco relacional, es decir, intentando identificar qué factores pueden estar generando, reforzando o amortiguando síntomas, y qué significado le otorgan los padres.
- El sufrimiento del niño no puede ser expresado mediante le lenguaje, por lo tanto, habrá alteraciones somáticas, retrasos madurativos, afectaciones cognitivas, emocionales y/o conductuales. Es frecuente que acudan a consulta por problemas de alimentación, sueño, dificultades para calmar al bebé…
- La psicología clínica infantil se ocupará de las dificultades y obstáculos que el niño encuentra en su proceso de maduración. Este proceso conlleva partir desde la indiferenciación respecto a las figuras primarias, pasando a lograr nuestra individualidad e independencia.
Entenderemos los síntomas del niño y su función dentro de un sistema complejo y no como un fenómeno aislado e independiente. Por lo tanto, aunque el sujeto identificado y protagonista del tratamiento vaya a ser el menor, el sistema familiar estará profundamente implicado y los vínculos implicados en el mismo.
En resumen, cuando somos pequeños también podemos padecer malestar y necesitar asistencia psicológica aunque la forma de expresión y el síntoma será diferente a la adolescencia y adultez. Este proceso estará profundamente unido al funcionamiento del sistema familiar y será necesario trabajar con la familia y entorno próximo del niño/a.
Esperamos que os haya gustado,
Psicología Fonseca y Figar