Ese mensaje de “sé tu misma/o”, “eres perfecto/a como eres”, “quiérete”, esta cada día más presente en las redes. Y en muchas ocasiones siento que no es del todo completo, que podría malinterpretarse o, incluso, ser perjudicial en una relación si no se interioriza de manera responsable.
**Antes de avanzar quisiera resaltar y recordar lo siguiente: No cabe duda que habrá conductas de otras personas que son completamente intolerables y que trasgreden nuestra integridad y dignidad, y por supuesto en esos casos, lo sano es poner distancia y, si fuera necesario buscar ayuda.
Cada día veo más mensajes en los cuales se transmite la idea de que lo más importante es el amor propio por encima de todo. Pero no un amor propio desde la reflexión y el autoconocimiento, sino un amor propio desde el ego, trasmitiendo ese mensaje de «ser perfecto». Y me resulta inevitable que vengan a mi mente dos premisas: una, resulta una idea bastante individualista y, dos, si eres perfectx tal y como eres, evidentemente ponemos el foco en el otro, asumiendo y dando por hecho que la otra persona es la “culpable” o “el problema”.
En mi experiencia, en la mayoría de vínculos, no suele existir una persona buena, “vitamina” o perfecta y una mala o “tóxica”. Por lo general, se crean dinámicas relacionales donde existen conductas disfuncionales por ambas partes, debido a innumerables razones relacionadas con el estilo de apego y dificultades para tener una comunicación asertiva y sana.
La mayoría de nosotrxs, por la educación emocional que hemos recibido (o la carencia de ésta), no hemos interiorizado estas habilidades de comunicación, tenemos una pobre o nula gestión emocional y heridas que sanar, que sin duda están viéndose reflejadas en nuestras relaciones adultas.
Lo paradójico es, que si seguimos con ese mensaje, en el cual hacemos creer a la persona que lee o incluso que atendemos (las personas dedicadas al ámbito de la salud mental), que es perfecta, sin promover un trabajo de autoconocimiento, es muy probable que la persona siga arrastrando y repitiendo los mismos patrones en sus relaciones, sin cuestionarse en lo más mínimo el grado de responsabilidad (que NO de culpa).
No somos perfectos o perfectas y no nos tienen que querer así tal cual, porque por esa misma regla, la otra persona puede pensar lo mismo. Es inmaduro depositar toda la culpa en el otro, sin hacer un trabajo previo de introspección, de cuidado propio, conocimiento y de modificación de ciertos patrones que puedan estar involucrados en esas relaciones que no están funcionando y que están dañando.
Sin embargo, hay algo muy importante: si la otra persona no quiere o no puede en ese momento vital hacer un trabajo propio interno y responsabilizarse de sus heridas (lo cual es válido), por más trabajo que la otra persona realice, siempre existirá ese desequilibrio que impedirá una relación satisfactoria y sana.
En resumen, todxs merecemos que nos quieran bien, nos respeten y nos acepten, y antes de descartar a alguien o de culpar al otro, es importante hacer este viaje interno. Conocernos, saber que necesitamos del otro, desde donde nos vinculamos, analizar como es nuestra gestión emocional, observar si estamos comunicando de manera asertiva o si, por el contrario, estamos esperando y suponiendo. Todo ello es fundamental para poder construir relaciones sanas y equilibradas.
Al igual que sentimos que tenemos nuestras propias necesidades, también la otra persona tiene las suyas propias, y cada cual desde su entendimiento y experiencia está depositando esas ideas y activando sus propios mecanismos de afrontamiento. Si caemos en esa idea individualista de que somos suficientes y perfectxs, perdemos toda capacidad de crecer en lo personal y construir vínculos mediante una comunicación asertiva, compasiva y responsable.
De ahí la idea de «cuidar y cuidarse», lo uno va ligado a lo otro. Un cuidado consciente implica autoconocimiento, responsabilidad, compromiso y amor propio de ambas partes.
Con amor,
Coral