En ocasiones se tiende a confundir la mediación como una habilidad más de un abogado, pero lo cierto es que mientras un abogado intervendrá en situaciones de delitos o actos ilícitos que afecten a otras personas u organizaciones, el mediador está enfocado en actuar en todos aquellos conflictos cotidianos que no necesitan una resolución judicial. La mediación y el uso de los servicios de un buen mediador son medidas a tener en cuenta en una multitud de ámbitos (empresas, familias, escuelas, etc.), debido a sus características, por ejemplo: Neutralidad. Como hemos mencionado, el mediador es un tercero neutral dentro de la disputa, es decir, no se esfuerza por defender a ninguna de las partes implicadas, sino que su éxito se basa en que ambas salgan beneficiadas del proceso. Por otro lado, el abogado es una persona que defiende a una de las partes cuando se desarrolla un conflicto y le aconseja sobre la opción que más le beneficiará. Estas alternativas pueden ser varias, desde el acuerdo hasta la vía judicial. Bilateralidad. El mediador actúa en beneficio de todos, lo que asegura que el litigio no se plantee, ya que al final eso inclinaría la balanza hacia alguno de los implicados. El mediador realiza una escucha activa del problema desde ambas perspectivas y, a partir de esa exposición, identifica los puntos de unión, alejando los temas en los que están en desacuerdo. Por otro lado, los abogados hablan en nombre de sus clientes, lo que limita de alguna manera la versión completa de los puntos de vista. Flexibilidad. Durante el desarrollo de un desacuerdo de intereses, en el proceso de mediación, cada una de las partes habla, explica las causas del desacuerdo y expone lo que desean conseguir. Lo hacen con flexibilidad, sin límite de preguntas ni tiempo, para asegurarse de que todo quede claro. Por otro lado, los abogados hablan en nombre de su cliente y pueden limitar la exposición completa de los puntos de vista. Confidencialidad. No se puede revelar lo que ha ocurrido durante la gestión del problema, ni lo expuesto ni el resultado del mismo, a menos que ambas partes lo consientan o si los hechos explicados son susceptibles de delito o afectan a la integridad de alguna persona. En la abogacía existe el secreto profesional, pero al mismo tiempo, tienen el poder de intervenir en representación de su cliente en los procesos judiciales o administrativos pertinentes, lo que resulta en una privacidad menos intensa. Lo que sucede en la mediación debe quedarse ahí y seguirá siendo confidencial si concluye con éxito. Vía extrajudicial. El hecho de que un mediador actúe en beneficio de ambas partes como alternativa extrajudicial requiere que posea habilidades adicionales más allá de los conocimientos jurídicos:
- Empatía: entender a ambas partes es crucial para alcanzar puntos de encuentro.
- Escucha activa: escuchar activamente ayuda a captar el mensaje con claridad, muestra interés en lo que los interlocutores exponen y genera un clima de confianza que favorece la empatía.
- Imparcialidad: vela por los intereses de todos y no se decanta por ninguna de las partes. Ninguna de las partes puede influir en la decisión del mediador.
- Objetividad: su único interés es llegar a un acuerdo satisfactorio, por lo que debe ser objetivo en el análisis del proceso.
- Manejo de las relaciones personales: en los desacuerdos de intereses, el mediador debe saber manejar la situación para eliminar el desgaste emocional que este tipo de procesos conlleva.
- Resolutivo: después de escuchar a las partes, el mediador debe hacer un análisis y propiciar un consenso con el objetivo de satisfacer a todos, lo cual no es fácil y requiere mucha seguridad y determinación.
- Templanza: a veces los conflictos de intereses derivan en altas tensiones empresariales y personales. Es aquí donde el mediador no debe contagiarse y, con paciencia, favorecer un ambiente positivo para que las partes se sientan escuchadas y estén dispuestas a negociar. De lo contrario, el resultado puede ser la ruptura de la relación y la vía judicial.
- Prudencia: el mediador debe guardar prudencia al efectuar sus manifestaciones sobre la problemática del asunto. Su posición entre las partes le obliga a asumir de manera responsable y honesta los efectos que surgirán de su intervención, sugerencias o recomendaciones.
En resumen, en un conflicto en el que intervienen abogados, siempre habrá uno por cada parte y habrá vencedores y vencidos. Por otro lado, la mediación busca que ambas partes ganen, lo que facilita el entendimiento y la rapidez en la resolución del conflicto, llegando a acuerdos que satisfagan los intereses de cada uno de los afectados.
¿Cómo puede una persona desarrollar habilidades para convertirse en un buen mediador? Fomentar la comprensión a través de una comunicación fluida entre las partes en desacuerdo permite a cualquier buen mediador llegar a una solución.