Comes algo que disfrutas, pero inmediatamente te sientes culpable por haberlo hecho.
Te dices que empezarás la dieta el lunes… y ese lunes nunca parece ser suficiente.
Crees que no puedes disfrutar ciertos alimentos hasta que “te lo hayas ganado” haciendo ejercicio o comiendo menos antes.
Siempre tienes en mente el objetivo de “perder unos kilos más” para sentirte mejor con tu cuerpo.
Guardas ropa de una talla más pequeña con la esperanza de que algún día te quede bien.
Admiras los cuerpos que ves en redes sociales, pero cada vez que te comparas con ellos, te sientes insuficiente.
Es posible que te suenen algunas de estas afirmaciones. Esto se debe a que la sociedad en la que vivimos está inmersa en una cultura de dieta. Y ahora te preguntarás qué es esto de la cultura de dieta.
Cultura de dieta ¿Qué es?
La cultura de dieta es el conjunto de creencias que giran en torno a la idea de que los cuerpos delgados son más válidos, sanos y deseables. Además, esta cultura valora el control sobre la alimentación como manera de sentirnos incluso más saludables y satisfechos. En definitiva, que la valía de la persona aumenta cuando come de una forma “sana” o cuando su cuerpo es pequeño.
Es fácil que encontremos situaciones en nuestro día a día en las que la cultura de dieta entra en acción:
- Anuncios en medios de comunicación y redes sociales: Publicidades que promueven productos de bajo contenido calórico, suplementos para perder peso o transformaciones físicas rápidas, refuerzan la idea de que perder peso es el camino hacia la felicidad, la salud y la aceptación social.
- Gimnasios: Muchas veces, los gimnasios promocionan programas intensivos de ejercicio para «quemar grasa» y lograr un cuerpo «perfecto», lo que genera la presión de que la actividad física solo tiene valor si está orientada a cambiar la apariencia, en lugar de enfocarse en la salud o el bienestar.
- Restaurantes: En los menús de los restaurantes, las opciones «bajas en calorías» o «saludables» son a menudo presentadas como superiores a los platos tradicionales, lo que transmite la idea de que ciertos alimentos son más dignos o apropiados que otros, fomentando la culpa al elegir una opción diferente.
La cultura de dieta también defiende la idea de que comer de cierta manera es “bueno” o “malo”. En todas estas situaciones, la cultura de dieta está presente, promoviendo una mentalidad que vincula la autoestima, la salud y el bienestar únicamente con la apariencia física y el control estricto de la alimentación.
Asociamos la palabra dieta al concepto de régimen que conlleva hacer una restricción de alimentos. Realmente dieta es el conjunto de alimentos que ingerimos a lo largo del día.
El impacto de la cultura de dieta
La cultura de dieta tiene un gran efecto en varios aspectos de nuestras vidas. Nos afecta tanto en la salud física como en la salud mental. Además, nos juega malas pasadas en cuanto a la percepción de nuestro propio cuerpo.
En la salud física
Las dietas restrictivas pueden producir deficiencias nutricionales cuando las personas eliminan ciertos grupos de alimentos sin una planificación adecuada. Esto puede afectar la salud física de diversas maneras, como problemas óseos debido a la falta de calcio, fatiga por la falta de hierro, y deterioro de la piel y el cabello por una ingesta insuficiente de vitaminas y minerales esenciales.
Sumado a esto, estas dietas y los ciclos de pérdida y ganancia de peso (conocidos como efecto “yo-yo”) pueden afectar el metabolismo y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
En la salud mental
La presión a la que nos someten para entrar en el canon de belleza o no salir de él nos produce un gran malestar psicológico ya que puede aparecer la culpa, la vergüenza o la ansiedad por no cumplir con las normas establecidas y las expectativas que se generan respecto a nuestro cuerpo y conducta.
Esto puede derivar en una gran insatisfacción corporal y puede generar el desarrollo de un trastorno alimentario como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón.
En la percepción del cuerpo
La cultura de dieta refuerza la idea de que el valor personal depende de la apariencia física, especialmente de la delgadez. Esto perpetúa ideales inalcanzables que no consideran la diversidad corporal natural y genera una obsesión por perder peso y cambiar la apariencia corporal. Esto puede llevar a una distorsión de la imagen corporal generando una imagen negativa de las personas hacia sí mismas, incluso cuando su salud no está comprometida.
La cultura de la dieta, al valorar ciertos tipos de cuerpo por encima de otros, también contribuye a la estigmatización y marginalización de quienes no se ajustan a esos ideales, afectando su bienestar emocional y físico.
Conclusión
La cultura de dieta no solo afecta nuestra relación con la comida, sino que también condiciona cómo nos valoramos como personas. Cuestionarla es un acto de resistencia y autocuidado, ya que implica replantearnos creencias profundamente arraigadas y priorizar nuestro bienestar integral por encima de los estándares sociales.
Romper con estas ideas no es fácil, pero es posible. Comienza reflexionando sobre los mensajes que recibes, rodeándote de contenido que promueva la diversidad corporal y, sobre todo, reconociendo que tu valor no está determinado por tu apariencia.
En un próximo artículo, hablaremos sobre cómo identificar estas creencias en tu vida diaria y qué pasos puedes dar para liberarte de ellas y construir una relación más sana contigo y con tu cuerpo.
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