Voy a empezar por recordar como me enteré…
Fue en mi centro de trabajo, como siempre, por boca de mis alumnos, quienes me mantienen al día de aquellas noticias que realmente valen la pena o que desentonan en esta sociedad. Gracias a ellos, mis «paparazzis» preferidos, no me hace falta ver televisión para estar a la última.
Dije… pero no estoy ni segura de si escuché que hay un «nuevo virus» que viene de China.
Eso en principio no me despertó ningún sentimiento, lo primero que pensé fue que cómo era posible que hubiera un nuevo virus con la polución y la basura que producimos sin ningún control.
Pero esta vez debería haber llamado más mi atención. Esa atención que lastimosamente ya está acostumbrada sin deber hacerlo a este tipo de noticias sobre lo nocivos que somos como raza y sociedad.
No imaginé que a los tres días de escuchar ese comentario ya estaría quedándome sin trabajo ni forma de ayudar a otros. O al menos eso creí, erróneamente como siempre, desde un principio. Sin error no hay aprendizaje, solo un constante pasar de datos y días.
Una realidad que me tomó por sorpresa
Sin casi creer que lo que pasaba fuera real y las consecuencias tan sumamente graves que tendría en todo el mundo, me centré primero en escuchar que se decía de ello, en noticias y charlas.
¿Cómo se puede permitir que personas sin censura ni razonamiento puedan alertar o desinformar en un medio tan importante y que da alcance a tantos?
Vi un seguido de supuestos «informadores veraces» dar palos de ciego sin tener una base técnica en su información y sin tan siquiera buscarla. Y ahí fue donde entendí parte de por qué la inteligencia del ser se va por la basura de la comunicación que vende y no de la que informa.
Estoy segura de que sin estar en un lado o «bando» del pensar o sentir, todos/as hemos tenido el deseo de soltar todos los pensamientos contradictorios, la sensación de incertidumbre y de falta de rumbo claro.
En mi caso, luego llegaron todas y cada una de las tristes despedidas en familias, amistades, clientes y compañeros de profesión. Con las que tanto me puedo identificar, todos/as tenemos en nuestras vidas amores de algún tipo que pueden romperse por un adiós tan frío y doloroso como los que sufrimos y/o estamos sufriendo.
Los aplausos para mirar hacia dentro
Puntualmente empecé a salir a mi ventana para luchar con lo único que creía tener, mi aplauso, aunque rápido y decepcionantemente me di cuenta de que todo era inútil. Los aplausos se hacían rigurosamente, como si de un horario escolar se tratara, pero mi decepción llegó con los minutos de silencio por los que se iban, los cuales parecía que no estaban marcados en dicho horario como materia escolar. Por lo que decidí que quizás lo más práctico y efectivo era mirar mi pensar y mi sentir, saber que siendo consecuente con ello y mirando hacia adentro encontraría la manera de tener una actitud positiva, enérgica y no solo de supervivencia, también de coraje y aprendizaje.
Está claro que esto nos pilló de sorpresa a todos/as y como todos/as englobo al ser humano, sin cargos ni títulos, solamente a esos niños y niñas que somos en realidad cuando una situación no tiene precedentes y no sabemos que hacer con aquello que está ocurriendo, nuestro inconsciente muchas veces toma el rumbo sin consultar a donde queremos ir ni dónde vamos a parar en ese camino.
La incertidumbre se convirtió en mi maestra
Dentro de esta incertidumbre, o como yo la llamo, el estado del «NO SÉ», me encontré desecha por el futuro que creía estar montando, elaborando para mí. Tras esfuerzos dirigidos a una estabilidad falsa en la que creía, aprendí que cada día es mi vivir, que los planes que montamos son una irrealidad, donde nos agarramos para sentir que somos capaces de dominar nuestro destino.
Como me ha enseñado todo esto que no debo creer en esos planes, que mi día es el ahora, que nadie sabe nada y que la única certeza es que mi yo interior crece a pasos agigantados sin saberlo. Solo dándome cuenta cuando ya está todo en el pasado o cuando necesito de más fuerzas para acelerar mi avanzar en estos empujones que la vida aquí me ha puesto.
Otra de las cosas que me ha hecho descubrir todo esto, es que yo soy saludos, risas, bromas, ironías, frases picantes, dobles sentidos y lo que recibo de vuelta al dar mi esencia. La verdad es que normalmente lo que recibo de vuelta es precioso, pero en ocasiones y debe ser así, tengo que descifrar durante varios minutos, si no horas, para llegar a entender qué me han devuelto. ¡Qué le vamos a hacer! Así debemos ser, distintos, únicos y totalmente especiales.
No sé si vosotros/as os habéis sentido así, o quizás aún no ha llegado vuestro momento y os estoy fastidiando el final de la película como acostumbro a hacer. La reflexión que os puedo regalar es que sé que ya no ando, ahora solo aprovecho el viento, la corriente, la marea y aprenderé a notar también la brisa.
La vida es movimiento, es música
Os quería explicar algo más de mi esencia… Porque como siempre me voy de un lado a otro, seguro que si volviera a nacer en estos tiempos me pondrían la categoría de hiperactiva. Que yo recuerde, siempre he estado en constante movimiento y aprendizaje, no solo de la vida, sino también de las personas.
Mi sed de sabiduría y ganas de ayudar a otros/as a mi modo, me ha hecho ir de aquí para allá sin cesar y cuando me introducía en algo nuevo, me surgían mil puertas y ventanas de curiosidad hacía ese mundo y todo lo que lo envuelve. Como digo siempre yo, «me falta vida para tanto saber».
Pero realmente la amiga que siempre ha estado a mi lado y nunca me abandona, como el desodorante, es la música. Con la música surgen el movimiento, las respiraciones, los estiramientos, la creatividad, los colores; la música inspira la particularidad de nuestro ser. Gracias a la música soy ternura en la mirada y tantas otras cosas, sentimientos y acciones que ahora mismo me he desbordado de solo pensarlo.
Y estoy segura de que tú también eres eso y mucho más, o totalmente distinto/a. Descúbrelo con mi programa, CelEbrAte, donde ejercitarás tu cuerpo, activarás tu mente, corregirás las malas posturas de tu columna mientras despierta tu lado más artístico.
2 comentarios
Si nos miramos hacia adentro sinceramente, veremos q siempre hay algo q podemos modificar para ser mejores y sobre todo, sobre todo, amarnos y aceptarnos como somos. Sólo así podremos amar a los demás, con sus defectos y virtudes.
Exactamente María Teresa,
Ahí vamos todos en el camino del autoconocimiento, pero siempre CelEbrAte
mientras lo recorres. Porque si no se nos pasa la vida en el proceso.