En muchas relaciones amorosas las parejas pueden llegar al aburrimiento por una falta de satisfacción de necesidades sexuales y emocionales profundas. A menudo la elección de pareja ha sido errónea, fundamentalmente cuando hemos escogido una relación para llenar o compensar un vacío afectivo o cuando no pudiendo soportarnos a nosotr@s mism@s iniciamos algo esperando mejorar.
En otras situaciones, la elección puede haber sido adecuada pero el día a día, la rutina, y los problemas personales o relacionales nos pueden llevar a conflictos, separaciones e insatisfacción.
Cuando ello ocurre es necesario indagar en los ingredientes de la relación que han podido llevar al estancamiento, entre ellos Kernberg menciona algunos:
–Idealizar a la otra persona. Poder valorar y ver a la otra persona desde una visión integradora de su belleza interna y externa. Muchas personas que no son capaces de ver la belleza interior o exterior de sus parejas, cuando pasan los años y ell@s envejecen, no soportan lo que les supone un deterioro, mientras que la persona que sabe idealizar al otro y admirarla, puede ver el paso del tiempo como una mejora, como una adquisición de valor corporal y psíquico.
–Necesitar a nuestra pareja. Es importante que en una relación sintamos que el otro nos da cosas importantes, nos aporta, y que podamos depender de forma saludable de lo que nos ofrece. Existen personas que pueden iniciar relaciones, pero confiar en poder permitirse necesitar al otr@ les aterra y les lleva a abandonar y reiniciar relaciones con mucha frecuencia o bien a tener tal autosuficiencia que no quieren implicarse en ninguna relación por el miedo a depender.
–Confiar en él/ella. Si no sentimos confianza, la confianza de poder ser nosotros mismos, de que el otro sea auténtico con nosotros, siempre estaremos en relaciones «falseadas», es decir, relaciones donde se hace un teatro que impide la verdadera intimidad. A veces es más sano ser honesto y responsable y poder abordar cuestiones de intimidad, emociones y sentimientos aunque sean dolorosos con nuestra pareja, que mantenerlos suprimidos y bloqueados. Tampoco hace falta un exceso de sinceridad en cuestiones que sabemos que pueden dañar al otr@, pero si ser capaces de abordar sentimientos y cuestiones profundas que atañen a nuestra relación con el fin de mejorarla, comprenderla y alimentarla.
–Estar agradecid@s con lo que nos aporta. Saber valorar en el día a día todo lo que la otra persona hace por el bien de la relación y por nosotros, siempre añade un plus de valor y de ganas de recompensar a nuestra pareja.
-Saber perdonar y pedir perdón. Todos nos equivocamos, cometemos errores. Si en algún momento hemos fallado, nos hemos enfadado con nuestra pareja o nuestra pareja nos ha fallado, lo más sano es poder admitirlo, rectificarlo, hablarlo y sobre todo pedir perdón. Sólo de este modo uno tiene confianza en poder seguir junto al otr@ pase lo que pase, ya que existe esa capacidad saludable de reparación que nos permite confiar.
–Mantener un ideal común como pareja. Mirar al futuro de forma conjunta, con ilusiones, sueños, metas, cumpliendo con nuestros valores como pareja nos ayuda a comprometernos más y establecer un vínculo más intenso. Los retos son importantes tanto a nivel individual como a nivel relacional y cumplirlos con una pareja ayuda a incrementar el sentido vital de la relación y experimentarla como rica y emocionante a diario.
Bibliografía: Relaciones amorosas, normalidad y patología. Kernberg (1995).