En cualquier relación personal, ya sea de pareja, amistad o familia, la reciprocidad es esencial para que el vínculo sea sano y equilibrado. Una relación saludable es como una carretera de dos sentidos: ambas partes deben contribuir al intercambio emocional, al interés mutuo y al compromiso. Sin embargo, muchas veces, uno de los integrantes asume todo el esfuerzo para mantener la relación viva.
¿Qué ocurre cuando solo una persona sostiene la relación?
Es común que alguien tome la iniciativa: llama, escribe, propone planes o se interesa por los problemas y logros del otro. Esto no tiene nada de malo, siempre que sea recíproco. El problema surge cuando el esfuerzo es unilateral y constante. En estos casos, la relación se convierte en un desequilibrio emocional en el que una persona da sin recibir, mientras la otra simplemente se acostumbra a recibir sin aportar.
Si la persona que mantiene la relación decide detener esos esfuerzos, la dinámica puede cambiar drásticamente. Muchas veces, estas relaciones se desmoronan al evidenciarse que solo existían gracias al empeño de una de las partes.
¿Por qué insistimos en mantener estas relaciones?
El miedo a la soledad, una baja autoestima y la incapacidad de estar en paz con nosotros mismos son algunas de las razones que nos llevan a mantener vínculos desequilibrados. Nos convencemos de que cualquier relación, incluso una que no nos satisface, es mejor que ninguna. Sin embargo, este tipo de dinámicas pueden generar un profundo malestar y frustración.
Cuando invertimos toda nuestra energía emocional en una relación unidireccional, nos agotamos. Sentimos rechazo, abandono o desinterés del otro, pero aún así nos esforzamos por mantener el vínculo. Esto puede convertirse en un círculo vicioso que afecta nuestra salud mental y emocional.
Relaciones desequilibradas y su conexión con las adicciones
La frustración constante, la sensación de rechazo y el desgaste emocional pueden actuar como detonantes para buscar alivio en conductas insanas, como el consumo de sustancias o comportamientos adictivos. En lugar de enfrentar el miedo a la soledad o trabajar en nuestra autoestima, buscamos distracciones temporales que solo agravan el problema.
La pregunta clave es: ¿Por qué necesitamos mantener relaciones insanas? ¿Por qué no podemos estar solos?
La respuesta a estas preguntas requiere una introspección honesta y, en la mayoría de los casos, la ayuda de un profesional que nos guíe para comprender nuestras emociones y patrones de conducta.
Entender las raíces de nuestras conductas y emociones es el primer paso para construir relaciones más equilibradas y saludables. Si te identificas con esta situación, no dudes en buscar apoyo. Una terapia puede ayudarte a fortalecer tu autoestima, a disfrutar de tu propia compañía y a establecer límites claros en tus relaciones.
Aprender a priorizarte y a valorar tus propios esfuerzos es esencial para construir vínculos genuinos y recíprocos, donde ambas partes puedan crecer y apoyarse mutuamente. Solo así podremos salir del ciclo de desequilibrio emocional y avanzar hacia relaciones más plenas y satisfactorias.