Historia de la Medicina: Siglo XXI; Renacimiento de la emoción y espiritualidad. Lecciones de una pandemia, la destrucción creativa del sistema médico reduccionista.
Paradigma antiguo. El viejo Siglo XXI.
Había una vez, en un planeta remoto hace cientos de años, existió una rara especie que se describía a sí misma como evolucionada, aventajada, adelantada y superior. Eran seres emocionales y espirituales que se experimentaban aislados, separados, independientes uno de los otros, ajenos a la vida y sus leyes, no percibían que conexión podía haber entre ellos más allá de su círculo íntimo de familiares-amigos, menos con otras especies y casi nunca con el planeta quien le daba cobijo, la mayoría vivían programados para experimentarse solo desde el cerebro reptiliano (sus antecesores), de manera que pensaban únicamente en ellos, en sobrevivir, en ganarse la vida, solo le importaba el bienestar propio, el otro era alguien de quien te podías beneficiar o era una amenaza para tu beneficio, las relaciones se basaban en la comparación, quienes percibían superiores les generaban envidia, quienes percibían como iguales les generaban competencia y amenaza, quienes percibían inferiores les generaban desprecio, indiferencia y lástima.
Tenían un sistema de salud que reducía la realidad, la salud-enfermedad, solo al ámbito de lo físico, el cuerpo y la biología; (Sistema/órgano/tejido/célula/molécula), se dividió el conocimiento en lo que se llamó especialidad y subespecialidad, lo cual lo hizo muy práctico, pero al poco tiempo se olvidó que esta división era práctica, más no real. Cuando empezó a irrumpir la tecnología no hablaban de nada más, las formas más rudimentarias como la Inteligencia Artificial, Big Data, Deeper Learning, los llevó a una especie de tecnocentrismo y tecnocracia que coincidió con el olvido y devaluación de los valores humanos más básicos, lo cual derivó en un endiosamiento y sobredimensión de la tecnología y una subestimación y a menospreciar lo humano.
Un sistema de salud basado en el volumen, la productividad, la protocolización que llevó una masificación del hacer pensando que lo objetivo (de objeto) sería más eficiente, dejando lo subjetivo (de sujeto) de lado. Expertos en enfermedades, analfabetos en la salud, el foco en el diagnóstico-tratamiento de patologías, nuevamente olvidando que ver un órgano/tejido/célula alterada es práctico, más no es real cuando le extirpas a la persona quien porta dicho desequilibrio.
La emoción, era vista como algo ajeno a la biología, se pensaba en aquel entonces, que tenía leyes propias y se crearon expertos en esas leyes exclusivas que llamaron psicólogos, terapeutas, psiquiatras, pensando que la emoción era ajena al cuerpo y otra vez extrayendo a la persona del centro.
La espiritualidad, la esencia, lo que somos, la consciencia y un largo etcétera de palabras que señala lo más existencial de la persona, era tabú, signo de debilidad intelectual y ridiculización, intentando en algunos casos extremos incluso prohibirlo a través de los círculos de poder del estado, proponían llamarle pseudociencias, execrar del ejercicio oficial a quien se atreviese a integrar la espiritualidad, que como no era material, no se podía encapsular en ningún fármaco. En aquella civilización arcaica la espiritualidad se confundía con las religiones, fue entonces que empezó a surgir una nueva religión que quería suplir la raquítica credibilidad de la política, la economía y la religión de inicios del siglo XXI, surgió, EL CIENTIFISMO.
Segundo Big Bang; Año cero.
Implosión del sistema a través de una pandemia, la misma biología se encargó, usándose ella misma, a transformar la percepción de la realidad, la sociedad, economía, educación, política, religiones los cuales tienen un antes y después del microscópico disruptor. Hay miles de libros y tratados que analizan lo que ocurrió y como se transformó el planeta y lo seres humanos después de aquel inicio del inicio. Solo recordaré algo del sistema de salud.
Empezaron a entender y atender la “gestión emocional” de los profesionales que estaban en primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta……X línea de atención, hasta la línea de la gente que estaba en casa detrás de la TV. La emoción entró en el menú de la persona, aquellos profesionales formados para su atención, como los psicólogos, tomaron gran protagonismo al inicio, pero posteriormente esta formación llegó hasta el parvulario, siendo prioritario en toda la educación, donde sabemos hoy está. La emoción, esta energía que nos mueve o paraliza, esta integrada hoy en día como un indicador en tiempo real de nuestras necesidades.
La espiritualidad tardó un poco más de aquel año cero en integrarse, sin embargo, fue a través de romper una y otra vez la tanatofobia de aquella civilización, tuvieron que empezar a hablar, enfrentar, afrontar y finalmente comprender la MUERTE, nada más vivo, más real, más cíclico que mirar el final, como un cambio o mudanza obligatoria y evolutiva. Acá se empezó a abordar la parte existencial del ser humano, el meta-miedo humano; El miedo a morir.
Se empezó a estudiar con honestidad, sabiduría, sencillez y rigor, a la negada muerte de aquellos tiempos. Nació la Ciencia Millennial, protagonizada por las neurociencias, las cuales transformaron nuestro conocimiento acerca de la salud y enfermedad , estas neurociencias si bien se enfocaban en las neuronas, no era como generadoras del fenómeno mental, sino como transmisoras.
Parte de los documentos originales de algunos proyectos de humanización dentro de la salud de aquel pasado lejano, como el proyecto HU-CI (Humanizando la Unidad de Cuidados Intensivos), proyecto HURRA (Humanizado la Radiología), proyecto HONCOR (Humanizado la Oncología y Radioterapia), proyecto HUGES (Humanizando la Gestión en Salud), proyecto HUFA (Humanizar la Asistencia desde la farmacia Hospitalaria), proyecto HURGE (Humanizando las urgencias) y un largo etcétera, se pudieron recuperar en algunos de los papiros digitales originales, en un sistema tecnológico primitivo que llamaban “La Nube” lo que en aquellos años se consideraba una utopía, un sistema de salud centrado en la persona. Pudimos documentar algunos de sus visionarios, quienes de un puñado de algunos cientos, pasaron a millones en pocos años. Fueron en parte el motor del inicio del inicio. Ellos investigaron, divulgaron, enseñaron y promovieron lo humano dentro de la salud con tanta fuerza, que “lo invisible” por fin, se entendió como lo más importante, fueron lo pioneros del giro de la mirada en la salud y ciencia del “Ver para creer” al “Creer para ver”, nos enseñaron que somos el recuerdo que dejamos en el otro, esta es la verdadera inmortalidad.
¿Cómo lo hicieron? Habrá que regresar a aquel lejano 2020, para recordarlo.