Lejos quedaron los días de las vacaciones en los que estábamos relajados, pasábamos horas al aire libre, contemplábamos paisajes y, en definitiva, en los que los ojos se movían libremente y tenían la posibilidad de mirar lejos.
Ya hace un tiempo que hemos vuelto a la rutina y a las prisas del día a día, a estar entre cuatro paredes, con luz artificial y concentrándonos en lo cercano (pantallas, libros, cuadernos, pizarras, etc…) con el sobre esfuerzo que esto supone para los ojos. Y nos sorprende notar que a medida que avanza el otoño parece que veamos cada vez peor.
¿Por qué sentimos que en otoño nuestra visión empeora?
Cuando estamos adaptándonos a todo esto se produce el momento fatídico del cambio de hora, agravando la situación. Y es que la luz solar, es otro factor clave que influye en esta sensación de pérdida visual.
Con el cambio de los relojes, parece que la noche llega mucho antes, y son muchos los que se quedan sin los beneficios de la luz del sol.
Se dice que el día de más accidentes de tráfico del año es justamente tres días después del cambio horario. La dificultad de adaptarse a la nueva rutina y el disponer de menos horas de luz parecen ser la causa.
Y la pregunta ahora sería:
¿Podemos hacer algo para que el cambio de hora no nos afecte tanto?
La buena noticia es que sí.
El primer paso sería buscar momentos del día en los que podamos estar al aire libre, bajo la luz del sol, que es muy necesaria para nuestra visión y para la salud de nuestro cuerpo en general. Si tu horario de trabajo es tal que cuando sales ya está oscuro, puedes aprovechar el descanso para comer y hacerlo fuera, y compensar el fin de semana saliendo a la naturaleza en lugar de quedarte en casa o en lugares cerrados.
También es muy importante ayudar a los ojos a adaptarse a la oscuridad. Hoy en día, en muchos lugares del mundo es difícil percibir la noche como tal, ya que hay luces artificiales por todos lados. Hasta es difícil ver las estrellas con tanta contaminación lumínica.
Los ojos ya no pasan tiempo viendo a oscuras como antiguamente y pierden su capacidad de abrir la pupila al máximo para activar la visión nocturna.
Para esto, podemos hacer algún paseo nocturno a la luz de la luna, en lugares sin luz artificial, o hacer cosas en casa a oscuras, como un baño relajante a la luz de una vela. Si estamos un buen rato, veremos como poco a poco los ojos se adaptan y podemos ver mucho mejor.
Y para acabar, para quien realmente tiene problemas visuales, es muy recomendable la práctica del Método Bates, que incluye muchos ejercicios beneficiosos para contrarrestar esta falta de luz y pérdida de visión de camino al invierno. Si te interesa aprenderlo puedes contactar conmigo.
Justo a finales de noviembre haremos un retiro de visión natural en los Pirineos, donde aprenderemos como favorecer la visión en esta estación del año y trabajaremos la adaptación a la oscuridad. Si quieres unirte date prisa, hay un descuento especial hasta el 6 de noviembre.