Como en cualquier otro ámbito de la vida, la música es un arte a disfrutar con una mirada única, personal e intransferible. El arte es tan subjetivo que ni los grandes iconos de la historia de la música han generado una opinión unánime. Por este motivo, no pretendo con este artículo cambiar la opinión de nadie con respecto al creador de esta canción, simplemente compartir lo que me hace sentir a mí y explicar todo el transfondo que para mi tiene a nivel de desarrollo personal. Y es que, para mi, Manuel Carrasco es uno de los grandes cantautores de la actualidad por su profunda sensibilidad y su capacidad para emocionar, pero sobretodo porque muchas de sus letras y melodías están cargadas de consciencia y energía transformadora.
Y la canción que comparto con vosotros, «No dejes de soñar», en para mi una de sus mejores en este sentido. Y aunque mi opinión seguramente esté sesgada por haberla tenido presente en algún episodio de mi vida con gran dosis de emoción, considero que sin ser su letra más compleja, la propia estructura esconde mensajes que me gustaría destacar por que en mi película representan, valga el atravimiento, una especie de microproceso de coaching subliminal. Si quieres verlo, reproduce la canción y escúchala pensando en lo que muestra cada párrafo. Mi interpretación es la siguiente:
En el primer párrafo se acerca al oyente con una mirada generosa que le permite admirar todo su potencial, representado por la estrella en su interior, pero también con total empatía, normalizando y reduciendo la presión de no reconocer su propia luz y respetando lo que le ha llevado hasta ese lugar. De esta forma genera un espacio de confianza y apertura con el que espera hacer sentir cómodo al coachee para hablar, acompañándolo, sin juicios, a encontrar la libertad que necesita para sacar todo aquello que lleva dentro; en el segundo párrafo, como si del feedback a lo comentarios del cochee se tratase, reconoce que las cosas no fueron como se podia esperar, pero intenta ayudarle a encontrar otra mirada, dirgiéndole a reconocer todo el amor que había en su intención y a aceptar esa nueva realidad; el tercer párrafo lo empuja a dejar de buscar fuera para encontrar el amor dentro, haciéndole responsable de sus circunstancias y ofreciendo su apoyo en el proceso; y por último, lo empodera mostrándole como las frustraciones son en muchas ocasiones oportunidades para crecer, y como este crecimiento es necesario para poder vivir una vida plena.
Dejando a un lado esta visión más subjetiva, me parece una canción muy recomendable para aquellos momentos en que las cosas no salen como uno quiere, en que uno se siente incapaz, en que no nos permitimos ser felices porque nos anclamos a un pasado o un futuro que no existe, ya que pone de relieve algunos de los valores o actitudes más importantes a la hora de enfrentarnos a esos momentos: optimismo, aceptación, superación, resiliencia, confianza, automestima, seguridad…y lo hace con el nivel de energía necesaria para el cambio.