Ayer me encontré de frente y sin anestesia con los supuestos mentales que han sido como enormes piedras en el zapato en mi caminar por la vida. Tras una lectura de la Carta Natal, descubrí que los astros para mi tienen preparada una tensión entre mis deseos conscientes y lo que mi naturaleza busca (que por mi Luna en Tauro es la estabilidad) y que esto puede trastocar seriamente mi relación de pareja, que es uno de mis grandes tesoros.
Esto me dejó con una sensación de impotencia, con más dudas que certezas. Comenzaron las vocecillas internas casi a gritar »no serás capaz…», »y que pasa si…», »prepárate para lo que viene porque te estás buscando lo peor», «no haces más que tomar decisiones equivocadas…»etc. hasta que la cabeza se me llenó de tantas creencias limitantes que rompí a llorar.
En medio de mis lágrimas comprendí lo ciertas que resultaban las palabras de un gran sabio advaita que me crucé alguna vez, »la mente es una voz en la cabeza, muy mala consejera». Gracias a ella, incluso antes de tomar cualquier decisión suponemos que saldrá mal y esto nos genera un estrés mental altísimo. Un supuesto mental es un obstáculo para la acción, inventamos sucesos, nos hacemos »películas» en la cabeza que no nos dejan actuar con lucidez.
¡Y yo no pude dormir pensando en supuestos! Vaya desarrollo personal… Visualicé múltiples escenarios, hasta que me cansé. Gracias a la información de la Carta Natal, está claro que tomaré una decisión que me cambiará la vida y seguramente tendré que pasar muchos altibajos, pero más allá de eso no sé nada. La planificación de eventos me ha dejado la manía de la anticipación, pero en este caso es inútil.
Es que nadie es vidente para saber lo que pasará en el futuro. Ni yo ni nadie puede vaticinar los giros del destino. Con pensar que el universo no me abandona y todo saldrá bien, tendré la paz que necesito.
En conclusión, los supuestos mentales son estúpidos (y de paso, dolorosos).