Este soneto me escogió para hacer un trabajo en la clase de teatro consciente con Anna Sabaté el pasado Diciembre; y tal y como yo lo entiendo, habla del espejo que nos hacemos los unos a los otros, lo que veo en ti, está en mi, y solamente porque está en mi puedo reconocerlo en ti. Habla de cómo funcionan las heridas del ego, en el mundo en el que vivimos desconectado de nuestra esencia: uno necesita de la herida del otro para sobrevivir; donde somos víctimas y verdugos al mismo tiempo como en Crash.
El mensaje es que solo a través de la conexión con el alma, el corazón y sus dones, como la humildad y la compasión, las dos partes de una relación pueden unirse y reconocerse como un único ser, y así, sanarnos a través de la relación con el otro.
CXX Que una vez fueras duro ahora me enternece, y en gracia de la pena que sentí yo entonces mi nervio al peso de mi crimen se estremece; fuera, si no, forjado en duro hierro y bronces.
Que, si a ti mi aspereza igual te ha trastornado que a mí la tuya, habrás vivido una agonía, y yo, tirano, a calcular no me he parado cuánto yo un tiempo en tu delito padecía. Ah, hubiera nuestra noche mísera a mi alma hecho ver cómo hiere pena verdadera, y pronto a ti, como a mí tú, aplicado hubiera bálsamo humilde que llagados pechos calma. Mas ya ese crimen tuyo es fondo de recate: rescata el mío al tuyo:¡el tuyo me rescate!