Me considero una persona defectuosamente pragmática. A todo le tengo que buscar una causa y una consecuencia. De ahí lo defectuoso. Esta forma “defectuosa” de entender las cosas me ha llevado a fascinarme por la ecuación SUCESO-PENSAMIENTO-EMOCIÓN.
Esta ecuación sublime viene explicada en el modelo A-B-C de Albert Ellis, donde este esquema representa las reacciones emocionales y conductuales de los individuos, partiendo de la teoría central de que las cosas que ocurren no son las que producen las perturbaciones, sino que estas se generan por la interpretación que las personas tienen sobre ellas.
A este modelo se le denomina el esquema de las 3 columnas, siendo A,B y C cada una de ellas.
En la columna A estarían los sucesos activadores. En la columna C se encontrarían las reacciones emocionales y conductuales finales que las personas experimentan ante una situación dada. Y por último en la columna B, se encontrarían los pensamientos que fueron activados por los sucesos de la columna A.
Es de dominio público la idea que son los acontecimientos activadores quienes provocan las reacciones emocionales y/o conductuales que experimentamos. Por ejemplo, vamos paseando por la calle y somos testigos directos de un atraco a un banco, donde escuchamos algún disparo y nos cruzamos por la acera con un par de individuos que con pistola en mano salen de la sucursal a toda carrera. Ante este suceso ( columna A) experimentamos una amalgama de reacciones ( columna C) , como por ejemplo miedo, terror, pánico ( emoción), y petrificación, enmudecimiento, huida, escape, tensión muscular, agarrotamiento, búsqueda de un lugar seguro, acurrucamiento, adopción de una posición fetal ( conducta).
Lo normal es que como apuntaba anteriormente, las personas tengamos la tendencia a atribuir que C es consecuencia de A. Son los sucesos los que nos provocan emociones o diferentes formas de comportamiento. Esto es así, esta en el pensamiento popular. Todo el mundo lo sabe y es incuestionable.
Pero hay una pequeña parte de seres humanos que opera con esta ecuación de manera diferente. Y digo seres humanos porque lo somos a pesar de que en muchas ocasiones se nos tache de algo diferente. Magos, brujos, una especie de X-men con rayos infrarrojos con capacidad de ver el pensamiento, embaucadores de palabra, chamanes, etc…
Me estoy refiriendo, por si no os habíais dado cuenta aún, a los psicólogos. Pero no a todos los psicólogos, sino a una gran mayoría (porque así es) de psicólogos de orientación cognitivo conductual. Hay mas orientaciones y cada una con sus paradigmas y sus modelos, pero ni mejor ni peores, tan solo otras orientaciones.
Cada vez me identifico mas con esta orientación porque además de ser en la que me he formado, le encuentro una aplicación brutal para resolver cualquier problema humano.
Retomando el modelo de las 3 columnas, es en la central, en la columna B en la que nos centramos. Introducimos un elemento nuevo para sorpresa de quienes tienen el valor de sentarse frente a nosotros en cada sesión de su terapia y trabajamos sobre ella.
Siguiendo el hilo del ejemplo anterior, sería el suceso del atraco al banco el que dispararía una serie de pensamientos sobre nosotros y la situación experimentada, y a su vez, estos ( los pensamientos) son lo que van a desembocar en una serie de reacciones emocionales y conductuales. Una característica de estos pensamientos es que son FALSOS, ya que distorsionan la realidad y no se sostienen con la evidencia disponible, son DISFUNCIONALES, puesto que dificultan la obtención de metas y son AUTOMATICOS, dado que el sujeto desconoce su existencia ni su papel mediador en la ecuación final.
Quien no pensaría ante esa situación que ha llegado su hora, que no va a poder despedirse de sus familiares y amigos, que como es tan gafe, seguro que le toman como rehén y dios sabe como acabará, que es horrible que un día estupendo acabe de esa manera, que siempre que salgo a la calle debo de estar alerta por si ocurren cosas peligrosas, y muchas mas cosas.
Este bombardeo de ideas ( irracionales ) son las que operan a la velocidad de la luz ( o del pensamiento que es mas rápido, como en el chiste) y median entre el suceso y su consecuencia. Pero esto pasa inadvertido para nosotros y no somos conscientes de ello.
Sirva este ejemplo para ilustrar el modelo A-B-C, siendo este un absurdo con muy pocas probabilidades de darse en el día a día de cada uno de nosotros, pero pensemos en la cantidad de acontecimientos que activarían todos estos pensamientos automáticos que tenemos interiorizados y que darían como resultado esa cantidad de emociones y conductas que experimentamos y ejecutamos a lo largo del día.
Probablemente todo comience en los pensamientos, pero de lo que primero tomamos conciencia es de nuestros sentimientos y de nuestras emociones.
REFERENCIAS:
– CARRASCO GALÁN, I., ESPINAR FELLMANN, I. “Terapia Racional emotivo-conductual y reestructuración cognitiva”. En: Francisco J. Labrador Encinas. Técnicas de modificación de conducta. 5ªed. Madrid: Pirámide, 2012. Pp 500