Cualquier día por la consulta pasan pacientes y todos ellos con sus problemas. Todos ellos vinieron a mi buscando algo. Yo no tengo nada que ellos puedan necesitar. Lo que ellos buscan en realidad está dentro de si mismos. Yo solo les ayudo a encontrarlo, a ordenar las ideas, a reestructurarlas si es preciso. Les ayudo a encontrarse a ellos mismos.
Todo comienza cuando piensan que han tocado fondo. Y es verdad, aunque sea una sensación totalmente subjetiva. Ellos piensan que ya han tocado fondo y recurren a la ayuda de un psicólogo porque piensan que es la única salida que les queda. Han estado aguantando y luchando contra sus miedos y sus limitaciones, que sin saberlo, les han estado haciendo la puñeta a base de bien.
Y es que las cosas no son como son, sino como las percibimos. Quiero decir con esto que dos personas ante un mismo suceso, pueden percibirlo de manera diferente, por eso son diferentes.
Esta es la única vida que tenemos y os aseguro que es preciosa. ¿Qué no la jugamos en las condiciones que nos hubiese gustado? Pues que se le va a hacer, nos jodemos. Pero eso no quita que no le pongamos ganas al resto de cosas. Es más, a veces aceptar esto nos da ese pequeño empujón que necesitamos para despertar y focalizar de nuevo como si de un objetivo de una cámara réflex se tratara.
La vida no es fácil. Nadie nos tiene que vender eso. Venimos a un mundo hostil para sobrevivir. Y la supervivencia sin esfuerzo no existe. Hijos de famosos o multimillonarios no vienen al mundo para sobrevivir, sino para derrochar, y eso es otro tema.
Pero para el resto de los mortales, la vida no es nada fácil. No se consigue nada por generación espontánea. No nos sacamos un título universitario porque sí, ni llegamos a ser encargado de una tienda de ropa por nuestra cara bonita. Las oposiciones no se aprueban por suerte ni te conviertes en un experto en algo por leerte dos libros.
Para todo en la vida se requiere esfuerzo, sacrificio, constancia y muchas dosis de realidad. Fantasear está bien pero no nos acerca a nuestras metas.
Dosis de realidad para aceptar lo que somos así como mucha ilusión y perseverancia para ser lo que queremos. Esta es la fórmula, llamémosla mágica si queremos, para ser un poquito más feliz. Alejémonos de la tiranía del optimismo.
Y después apliquémosla a todo en la vida.
Incluso para bajar de peso, esta fórmula funciona, os lo aseguro.