Empecé a estudiar Psicología en la Universidad a Distancia a los 19 años. Lo hice por curiosidad, me fascinaba la idea de saber lo que pasaba por dentro a las personas. También pensaba que lxs psicólogxs te miraban y de un vistazo ya sabían cómo eras. Echando la vista atrás parece que tenía mucha fe en esos estudios. Sin embargo cuando acabé lo que pensé fue ¿esto es todo?
En la Universidad solo enseñaban el modelo cognitivo conductual y tampoco te explicaban entonces que había otros modelos. Recuerdo la obsesiva preocupación con demostrar que la psicología era una ciencia y lo mucho que limitaba las posibilidades esa premisa. Recuerdo mucha estadística, mucho experimento con ratas y un montón de teoría del aprendizaje. A mi me interesaba todo, pero en la soledad de la biblioteca me peleaba internamente con el modelo y pensaba diferente aunque no sabía que había otras cosas.
Cuando terminé la carrera me fui a Barcelona, soy de Cantabria, estuve un par de años perdida ,viviendo la vida por ahí y disfrutando de no tener que estudiar. Cuando decidí centrarme y enfocarme nuevamente conocí el instituto Eric Fromm. Eso me cambió la vida. Mi corazón no cabía en sí de gozo. -¡Esto es, esto es!- cantaba, Todo lo que yo había pensado sola sin saber que existía en todas esas horas estudiando en la biblioteca, de pronto se materializaba en la escuela humanista y me llenó de plenitud.
Ramón Rosal y Ana Gimeno-Bayón qué gran fortuna haberlos conocido, Dos seres de luz. Ellos crearon un master en Psicoterapia humanista, fueron los pioneros. Ellos escribieron sus propios libros, fundamentos de la psicología humanista, los modelos existentes en ese momento, ética del ejercicio de la profesión, su propio modelo de intervención. Había que hacer un trabajo cada trimestre y nos ponían exámenes mientras te hablaban de liberación, eso era paradójico pero también fascinante y divertido, aprendí muchísimo. Eran todo corazón , humanidad, total y absoluta dedicación, encarnaban de forma conmovedora lo que enseñaban. Les estoy eternamente agradecida.
Después estuve con Mercedes Subirana una de las profesoras del master que decidió seguir por su cuenta y bastantes personas continuamos con ella nuestra formación.
Era una mujer muy atrayente tenía un aurea especial. Con ella aprendí sobre la relación de ayuda y sobre el cuidado exquisito, el pedir permiso, qué es ayudar, sobre valores morales. También con ella empecé un proceso de psicoterapia individual y de grupo. Fue un gran cambio para mi.
Después estuve haciendo un postgrado en acompañamiento al dueño Con Alva Payas. Ella era rigurosa y seria en su profesión, muy disciplinada y muy eficiente, Su master es de absoluta calidad. Aprendí sobre el duelo, el trauma, sobre el modelo integrativo relacional de Richard Erksine. Su forma de intervenir esa exquisita, hacía hilados con las irntervenciones, Muy bonito.
Me volví a Cantabria porque no podía seguir viviendo sin ver las montañas, y con una amiga abrimos el Centro de Psicología Althea. Que es donde trabajo actualmente.
Ya en Cantabria conocí el teatro del oprimido gracias a Blanca, que es mi compañera de proyecto y a Ohian que es su pareja. Me enganchó desde el principio. amor a primera vista, Algo había ahí que a mi me tiraba. Y gracias a ellos también conocí a Hector Aristizabal. Me enamoré. Me fascinó lo que hacía, yo dije – quiero hacer exactamente eso-.
Aunque en ese momento todavía no sabía cómo.
Él hacía magia, con el juego, el teatro, los rituales, los cuentos cantados y tocados llenos de misterio. Su dinamismo, la acción, ibas entrando en su invitación. Él era muy seductor.
Y de repente ahí estaba, la magia, el momento de conexión profunda, grandioso. Por otro lado conocí a Mario Salvador y Carmen Cuenca y empecé a estudiar en su instituto Aleces. Con ellos he estado seis años.
Ellos son especialistas en el tratamiento del trauma y tienen un método propio de intervención que se llama Aleceia. Dentro de ese método utilizan el método de partes y fue cuando conocí este modelo que algo se iluminó en mi interior. De repente las dos piezas de mi puzzle encajaron y pude unir mi pasión por el teatro de los oprimidos con mi pasión por la psicología y el estudio del trauma.
En 2020 decidí materializar esta idea. Y cree el primer laboratorio Calidoscopio. Desde entonces he estado desarrollando, dando forma, destilando, practicando esa idea, hasta llegar al momento actual.
